viernes, 31 de diciembre de 2010

Especial: Hasta siempre, 2010

Y ya termina este 2010, lleno de cientos de momentos inesperados. No todo han sido alegrías, pero en cómputo general ha sido uno de los mejores que puedo recordar. Un año para encontrarse a uno mismo (una frase muy típica y tópica, pero muy real), de conocer a muchas personas increíbles, afianzar relaciones con mi gente de toda la vida y rehacer este mundo del que estaba empezando a aburrirme.

También fue el año en que surgió este blog, hace ya casi cinco meses. Muchas gracias a todos los que lo habéis seguido asiduamente, a los que lo visitáis de vez en cuando y a los que aún estáis por descubrirlo. Y sobre todo, gracias a los que lo hacéis posible viviendo conmigo esos momentos que terminan inspirando los retazos. Como siempre he dicho, las historias son ficticias, más centradas en el enfoque literiario que en el narrativo, pero casi siempre están basadas en alguna situación real y distorsionadas de tal manera que cada uno pueda hacerlas suyas.

Y como regalo de fin de año, y una manera de resumir a los nuevos lectores la corta pero intensa vida del blog, os dejo una selección de los diez retazos que he considerado más identificativos. Quizá no sean los mejores, pero cada uno tiene su importancia por algo en particular.

Añado un pequeño comentario a cada uno explicando la moraleja que intentaba retratar, aunque es bueno que cada lector extraiga la suya propia.

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1. Sus ojos
Recurriendo a aquella frase que dice que nuestros ojos son los espejos del alma, es cierto que muchas veces delatan lo que no nos atrevemos a decir.

2. La despedida
Algunas despedidas pueden ser para siempre, y esas dos personas que desligan sus lazos pueden verlo desde puntos de vista totalmente diferentes. Otras veces, por suerte, son sólo un "hasta pronto".

3. Diciembre en mi jardín
Hacer daño a quien queremos por temor a hacernos daño a nosotros mismos siempre es contraproducente. Y muy egoísta.

4. Sombras tristes
Esas ganas que todos hemos tenido alguna vez de querer desaparecer de nuestras vidas, de buscar un periodo de desconexión total, llevada al extremo.

5. Indicios encubiertos
La duda que siempre ataca nuestro subconsciente cuando estamos conociendo a alguien. Esa sensación de no saber qué esperar ni de poder controlar los sentimientos, de que de repente todo lo que tenías claro se descoloca. Tantas emociones comprimidas en muy pocas horas.

6. Tan cerca
Tener a alguien tan cerca y no poder alcanzarlo puede llegar a ser frustrante. Pero también muy inspirador.

7. Cruce de miradas
El momento en el que descubres que no es a ti a quien miran... metafóricamente hablando, claro.

8. Tal vez
Hay ocasiones en que son los sucesos que rodean a una persona los que la hacen tan especial. Pero también puede ser que la propia persona sea especial, y suele ser difícil discernir a simple vista.

9. Cafeinólico
Juego de palabras con las dos acepciones de "sueño". Aún no sabemos si fueron dos respiros o dos cafés lo que se tomó. Lo que está claro es que cuesta deshacerse de los sueños, incluso cuando somos conscientes de que no se harán realidad.

10. Perdón
Pedir perdón es una gran virtud, porque requiere de humildad para aceptarlo y valor para afrontarlo. Incluso aunque esa persona no crea que tiene algo que perdonar.

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Os deseo a todos un 2011 tan bueno o mejor que este año que dejamos, y que sigamos construyendo juntos miles de nuevos retazos imantados.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Un último suspiro

Y no fue hasta hoy que descubrí
que caí de la cama al suelo en zona de gravedad cero.
Sobre la alfombra de esparto,
sobre un suelo desnudo, qué sé yo.

Y allí dormí aletargado, sin fuerzas para levantarme,
encogido en posición fetal,
rodeado de pensamientos encontrados
que no llevaban a ninguna parte.

O eso creía,
hasta que me descubrieron ante ti.
No necesité verte llegar para advertir tu presencia,
pues se alteraron mis latidos.

Quizá fue un abrazo sincero,
un aliento cálido
el que sentí desde detrás ascendiendo por mi cuello,
mas no puedo saberlo.

Y es por eso que no avanzo, que no inicio la ascensión
hacia el colchón,
porque no sé si en esta estación hay pancartas de bienvenida
o sólo una pequeña postal
con un collage de fotografías de turista.
No sé si nuestro encuentro
fue un paseo en barca por el lago de los cisnes
o tan sólo la necesidad de cruzar el río sin ser arrastrados por la corriente.

Creo que quedaron claras las intenciones,
pero no logro recordarlo.

Después de revolver todos los cajones
y no encontrar lo que buscaba
quisiste abrirlos una vez más
para darme la oportunidad de cambiar el escenario,
pero los volviste a cerrar.

No comprendo nada,
mas todavía aspiro a encontrar la fuente de calor
en este frío invierno de Madrid.

Aún no es demasiado tarde.

Aún hay flores en los tejados
y escarcha en las farolas.

Todavía puedo gritar
que es posible que haya visto en lo más profundo de tus ojos
la sonrisa de la Luna
y me sobran motivos para pensar
que el futuro iluminará nuestras tardes de domingo
si amanezco a tu lado.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Mañana

Mañana es un lienzo en blanco,
una página sin escribir,
una hoja aún por desprenderse de su rama,
por retirar del calendario.

Y podrás escribirla como quieras.
Tal vez con un lápiz para poder borrarla de tu mente en cuanto pase.
O con un bolígrafo, un rotulador, quedando marcada para siempre.
¿O prefieres grabarla a fuego?

Sea como sea, mañana será un día especial.
Deja que decida el destino.
Yo me conformo con eso,
con que mañana mi nombre aparezca escrito en tu diario.

martes, 21 de diciembre de 2010

Tiritas en los espejos rotos

Resuena cada chasquido del segundero en esta habitación vacía. Cada vez más espaciado, el tiempo se detiene poco a poco, sin llegar a pararse por completo, ralentizando los sentidos, las emociones, los sueños, las ilusiones. No se desvanece, sólo viaja más lento hacia un punto donde todo se detiene. En círculos concéntricos, en espiral, hacia el epicentro del colapso.

Una espera interminable de tan sólo unas horas que no llega a su fin, mientras advierto cada gota de lluvia sobre los tejados, y aspiro el último aliento de aire fresco por la rendija de la ventana. La única certeza es que vago en la incertudimbre más caótica, ahondando en los preludios de las historias aún por relatar, de nudo difuso y desenlace impredecible.

Pero por alguna razón, ya no me afecta en absoluto.

Por algún motivo, siento que me agrada.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Hiedras en las paredes

- Sólo espero que no haya hiedras en las paredes.

- ¿Y eso por qué?

- Porque no podré ver lo que hay detrás de ellas.

- Pues está claro, una pared.

- ¿Pero cómo puedes saberlo, si no lo ves?

- ¿No me acabas de decir que...?

- Las cosas no siempre son lo que parecen.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Inanición

- Si ya decía yo que algo se movía en mis adentros. Y podría ser por ti.

- ¿No será que tienes hambre?

- Sí, probablemente. Mucha hambre.

martes, 14 de diciembre de 2010

Retratos abiertos

Será que hace tiempo que las campanas anuncian tu nombre, pues aún resuena implacable en los rincones de mis avenidas.

Naciones enteras recitan sus letras acariciando las cuerdas
en estos acordes que inundan las calles de mi ciudad,
mientras tus cuatro paredes
renuncian a ver que tus valles llenaron de vida las tardes de invierno.
Ahora es momento de gritarte al oído que me niego a olvidar
cada momento del día que creaste en mi honor.

Si tan sólo quisieras leer las razones colgada en el cielo mirando hacia las aceras, podrías saber que mis pies sobre el suelo observan tu rostro en sus ojos cerrados.

Podrías entonces escuchar las campanas anunciando tu nombre.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Decisiones

Fuerza.
Determinación.
Desafío. Porque no es más que un desafío.

Y no siempre se pierde o se gana. A veces es algo de ambos o un poco de ninguno.

Miedo.
Vértigo.
Autocompasión. Mirar hacia la puerta y observar que más allá no hay nada.

No es que no lo haya, sino que no quieres verlo por temor a que no sea lo que esperas.

Cruza la puerta.
Al fin y al cabo es mejor que quedarse esperando eternamente.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Cartografía de un cobarde

Pensar que ya no puedes continuar esta batalla
es tu rutina favorita.

Ascender por las paredes se te antoja imposible,
claudicando ante los renglones
de los miles de raíces
que te aferran contra el suelo.

¿Cómo quieres que tus dedos
aspiren a rozar el cielo
si no ves más que el infierno
que creaste con tu mente,
si te creíste incapaz
de sustentar sobre tus brazos
los instantes materializados
de tu mundo de deseos?

Y te resignas a aceptar
esa falta de valentía
que convierte en pesimismo
las pequeñas abatidas.

Tus rincones desgastados te impiden esconderte,
mas crees que si cierras los ojos
ante la evidencia que te observa,
ésta dejará de verte
y podrás volver al pozo
donde no se escuchan las almas
pero tampoco se ven los gozos.

Si es eso lo que buscas, entonces adelante.
Si no, es momento de alzar las armas.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Carrusel

- Creí que te marchabas para no volver.

- No, sólo fui a por el pan. Pero ya estoy de vuelta.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Perdón

Pido perdón por las tardes de domingo,
por las ganas desmedidas,
por las prisas,
por los cientos de sonrisas
que nublé con mis temores.

Pido perdón por decirte lo que siento sin palabras,
sin ahondar en los detalles,
sin preludios ni finales,
sin razones, sin canciones,
sin pensar en los motivos personales
con que entraste en mi vida.

Pido perdón por construir montañas con gravilla,
tormentas con sollozos
y tifones con suspiros,
cataratas de emociones
y castillos en el aire
con la arena de tus mares.

Pido perdón por haber ignorado
las señales que indicaban
que los pájaros de plata
nunca serían de oro,
ni las huellas de mis pasos
tu rutina incandescente.

Pido perdón por haber intoxicado
promesas inocentes
con verdades absolutas,
principios de intenciones
con pretextos suficientes
para indicios de reproches.

Lo que no puedo ni debo es decirte que lo siento
por haber tan sólo pretendido
encontrar nuestras miradas,
y tratar de descubrir
si este nudo en la garganta
es consecuencia del anhelo de tus labios.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Errante

Y el teléfono no suena.

Será la espina que se clave en las pupilas de tus ojos al cerrarse, el gesto desencajado al mirar por la ventana del campanario mientras se precipita por el acantilado.

¿Por qué ayer no dejaba de sonar?

Fue el camino hacia las nubes de algodón, la mirada hacia el horizonte en un atardecer de verano, el contacto de una pluma con el borde de tu piel.

¿Y qué hará mañana? No quieras saber qué hará mañana. Es mejor no pensar en ello.

Es mejor olvidar.

Pero el teléfono no suena.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Cafeinólico

Hoy ni siquiera el café es capaz de mitigar el sueño.

Sueño que un día concebí y al que no consigo renunciar, a pesar de las marcas desgarradas de tus uñas en mi espalda.

Quizá no sea un café lo que necesito. Seguramente me vendría mejor tomarme un respiro.

Sólo por si acaso, me tomaré dos.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Principio de incertidumbre

Si pudiera imaginar
cada noche en las orillas de esta habitación
enlazando nuestros huesos.

Si tuviera el valor
de comprender que las fronteras de esta situación
las impongo con mis miedos,

Quizá podría continuar,
tal vez tendría la ocasión
de volver real el anhelo
que me ayuda a respirar,
que me eleva hasta el cielo.

Pero no es así,
aún sigo con los pies en el suelo
desconfiando a cada paso de las señales que me indican
que es posible que esta vez
las estrellas nos descubran
inundando nuestras manos
con millones de deseos.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Senderos circulares

Volverá a caer la nieve sobre los tejados.
Fría, distante, suave, ligera.

Pero no es posible saber
si podrán soportar el peso
de este nuevo temporal
de tinieblas reincidentes.

Volverá a llover sobre mojado.
Como cada vez que se asoma el Sol por un instante entre las nubes negras de este cielo verde y gris.

Sin dejar respirar
a estos restos de raíces
que se aferran a un destino
de caídas en picado.

Se antoja difuso el punto en que el viento sople las cenizas del incendio que hace tiempo se extinguió y la ventura no alcanzó a reanimar.

Me preguntas inmutable
cómo pienso que he perdido
sin haber aún pretendido
iniciar esta batalla.

Son las huellas del camino, que me muestran sin reparo que he vuelto a los inicios tras haber rodeado las paredes del pasado.

Huellas ahora desgastadas,
que un día fueron nuevas y cargadas de esperanza
y que me recuerdan con templanza
que si piso nuevamente
seré llevado por la corriente
de las noches apagadas.

Mas no es momento de detenerse. Quizá esta vez se muestre claro el desvío en que aguarda el rocío del verano.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Tal vez

Tal vez no seas tú.

Quizá tan sólo las palabras, o los gestos, o las ganas. Puede que la conciencia aferrada al borde del precipicio, o las huellas en la nieve virgen al calor de los primeros rayos de la mañana.

Tal vez no seas tú, sino las sonatas compuestas por el viento que rodea tu semblante. Es posible que sólo un cúmulo de ocasiones casuales que convierten estas piedras circulares en montañas infinitas.

Tal vez no seas tú.
Tal vez.

¿Pero si lo fueras?

lunes, 22 de noviembre de 2010

Creí conocerte

Creí conocerte, pero en realidad no sabía nada.

Los reflejos me cegaban, tus virtudes te ocultaban. Nunca imaginé que tras las sábanas de lino podrían esconderse tantas piedras de diamantes, impolutas y resplandecientes frente a los rayos de la aurora.

Algo se advertía ante el cielo de estos restos de retales, mas las puertas que cerré para dejar la duda encarcelada hicieron estallar las ventanas en mil pedazos.

Y ya no hay marcha atrás. Es una partida sin retorno.

Fuiste dejando tus hebras doradas en aquel sendero junto a la orilla del río en que liberamos a su suerte nuestros barcos de papel, soñando con que serían arrastrados hasta alcanzar mar abierto. Un lugar donde las pequeñas diferencias se vuelven insignificantes, donde los detalles carecen de importancia y el eco de nuestras voces es absorbido por montañas en estado líquido.

¿Pudieron llegar allí? No lo creo. Mi vela es tan frágil que es difícil pensar que lograse soportar la corriente. Puedo ver cómo mi barco se hunde mientras el tuyo se pierde en el horizonte.

No hay razón para confiar en que la más delicada mariposa pueda posarse sobre un prado de espinos. No hay razón pero persiste la esperanza, y la esperanza es una enfermedad en manos del destino, es el fragor incansable de la guerra de la vida.

Y esa guerra lo supone todo.

martes, 16 de noviembre de 2010

Palomas verdes

Me preguntas si aún me duele,
si las huellas ya marchitas
de las noches de verano
apaciguan mis temores,
si mi universo de valores
puede volverme hoy humano
o destruí los rincones
en que albergaba las razones
para seguir olvidando.

Me confiesas que aún careces
de pretextos suficientes
para ahuyentar de mi lado
aquellas palomas verdes
que aún regresan a veces
cuando abres tus balcones
y te asomas sin pensarlo.

Y yo ya no sé qué decirte,
no encuentro forma de explicarte
que cada pequeña mirada
que intercambian nuestros ojos
es como un manto de flores
que reverbera en los albores
de mi frágil corazón roto.

No hay manera de ilustrarte
los conflictos de mi mente
si enmudezco con mis manos
los clamores de mi anhelo,
pues no hay más pesar que el deseo
que es posible envolver con los dedos
sin llegar siquiera a rozarlo.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Mil razones para no nombrarte

Porque mis palabras son como un niño que tropieza a cada paso cuando las dirijo hacia tus emociones ocres y azuladas. Una débil criatura que intenta sin éxito sostenerse en pie, empujada hacia el abismo por la inseguridad de sus movimientos.

Por las miradas al vacío ante los impulsos de anhelo.

Porque tus latidos reverberan en mis oídos cuando suenan amortiguados en las llanuras del olvido, escasos de necesidad, saciados de un instinto que no lega sus delirios a los brazos de mi mente.

Por los principios sin finales y los minutos sin segundos. Huecos, sin fondo, como caídas en picado. Vértigo y cadenas.

Por todos los amaneceres que se convirtieron en ocasos.

Por los inviernos en el mes de abril.

Hay mil razones para no nombrarte y tan solo una para seguir soñando.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Paraísos imaginarios

Como un susurro en el silencio de la noche más tranquila, exhalado con infinita suavidad a dos centímetros del oído mientras duermes. Casi sin aliento, para que sólo el inconsciente sea capaz de advertirlo.

Como un sosegado amanecer observado desde lo alto de un acantilado con el sonido del océano de fondo, sobre un manto de flores blancas que acarician tus pupilas mientras una suave brisa disemina sus fragancias.

Como la tenue luz de una vieja lámpara de aceite que ilumina nuestros rostros observando el infinito más cercano en las paredes de tu cuarto a medianoche. Frágil, titilante, casi tímida ante las llamas del incendio.

Como los pasos de un gato sobre tu colchón.

Como mis paisajes a contraluz.

Como tú.

Como nadie.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Lágrimas de incienso

Me dijiste que mirase al cielo, pero no veo más que tormentas de incienso. Si lo observo fijamente, mis ojos se irritan hasta tal punto que me veo obligado a cerrarlos. Pero no quiero hacerlo, no creo que haya motivos.

¿O quizá sí?

Al fin y al cabo, ¿quién decide a partir de qué punto los motivos son suficientes? Sólo tú.

O yo.

O ninguno de los dos. Ayer me pediste que incendiase las velas, y eso hice. El velero se está parando y ya no puede moverlo el viento, aunque creo que dejé unos remos guardados en la bodega. Podríamos usarlos para llegar hasta la orilla, pero ya no hay manera de viajar hasta la isla, pues se agotaron los víveres y hay escasez de agua potable.

¿Crees que debería seguir vislumbrando las tormentas? Puede que aún queden razones para hacerlo.

O quizá no.

Ideas Breves XIII - Juegos de azar

¿No crees que es hora de decidir si jugamos a las cartas o quemamos la baraja?

sábado, 6 de noviembre de 2010

Frío

- Hoy hace frío en la calle.

- ¿Por qué no pasas a mi casa?

- Porque allí hace más frío todavía.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Cruce de miradas

Ayer levanté la vista y nuestras miradas se cruzaron unos instantes. Tímidamente rompí el contacto como si nada hubiera pasado.

Creí que me estabas observando. No me di cuenta de que había alguien detrás.

Oídos sordos

¿Puedes oírme? Te estoy gritando al oído. Pero no me escuchas. No sé si es que no quieres o es que los sonidos no son capaces de despegar de mi garganta. Quizá algo los amortigua, y es por eso que mis palabras no surten ningún efecto.

También puede ser que se las lleve el viento según salen de mi boca. No me gusta hablar para nada, es mejor no emplear tiempo en idear frases que viajarán a ninguna parte.

Pero ya me conoces, soy muy testarudo. La perseverancia es la única forma de alcanzar los objetivos, y sé que tarde o temprano mis palabras llegarán a tus oídos, así que volveré a intentarlo una vez más:

- He perdido el último autobús. ¿Podrías acercarme a casa?

jueves, 4 de noviembre de 2010

Tu celda

Hoy sonó el despertador a las siete de la mañana como cada día. Te levantaste, introdujiste el pie derecho en tu zapatilla, después el izquierdo. Te lavaste la cara. Fuiste a la cocina a desayunar los mismos cereales de los últimos cinco años. Te vestiste y saliste por la puerta.

Al notar el aire gélido en tu cara te sentiste abrazado por el calor artificial de la rutina. Un calor vacío, sin cuerpo, que te obligó a avanzar hasta la parada del metro. Llegaste a tu trabajo de siempre, te sentaste en la misma mesa de todos los días a hacer ese trabajo que no te aporta nada, que adormece tu espíritu.

De joven imaginabas un futuro distinto, donde tus sueños eran tus objetivos y tu razón el enemigo. Pero finalmente sucumbiste a la tranquilidad de la costumbre, a la comodidad de lo seguro.

Hoy llegarás a casa y volverás a encontrarte con tu pareja de toda la vida, aquella a quien ya no quieres pero con la que te has acostumbrado a convivir. Prepararéis la misma cena de todos los jueves y os sentaréis frente a la televisión, en silencio, hasta que sea la hora de vuestra libertad, el tiempo en el que vuestro subconsciente ordena sobre el resto de los elementos.

Pero mañana regresarás a tu celda a las siete de la mañana.

O tal vez decidas comenzar a reescribir tu vida.

martes, 2 de noviembre de 2010

Introspección (2ª parte)

Reflejos de Luna duermen sobre mi regazo. Campanas de noche que aligeran mis estímulos y atormentan mis emociones. Las palabras de este atisbo de sensaciones que se desdoblan en mi mente aparecen deslumbradas por las olas del mar.

Cada vez que las razones se desfundan y muestran su verdadera naturaleza, los esbozos de los balcones en quiebra se deshacen con los silbidos del viento desde tus sombras. Podrías creer que las paredes de mis arcones se agrietan con los murmullos de las sirenas, pero no es así. Los anclajes de tu recuerdo me resultan implacables y no encuentro la forma de librarme de ellos.

Reflejos del Sol irradian contra la superficie de estas aguas tranquilas, bajo las cuales se ocultan torbellinos de inseguridad, terremotos de desasosiego. No pueden verse, pero ahí están esperando a que alguien sea capaz de encontrarlos y eliminarlos para siempre.

Cuando los cálidos pasos de las gaviotas marcaban nuestras arenas, aquellas por la que solíamos pasear cuando aún el cielo respiraba palomas blancas, me prometiste en silencio que las canciones de tu destino sonaban en sintonía con las mías, como si el infinito se encontrase un poco más cerca de nosotros de lo que lo había estado nunca.

No sé por qué quise creer en lo que no había visto, ni por qué deseé abrazar el vacío más eterno, mas hoy no puedo desgarrarlo para librarme de ello. Cada sonido que desprende mi boca no es sino un aliento de resignación que los recodos de mi oscura habitación no consiguen esconder.

No me acostumbro a las batallas perdidas ni a las paredes de mármol. Aunque la puerta esté abierta, aún no soy capaz de atravesarla.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Carta de amor

Ésta no es otra carta de amor.

No voy a explicarte lo que siento, pues bien lo sabes ya. Mi corazón recurre a diario los momentos de luz mientras mi mente trata de traicionarse sacando a flote los de tormenta.

Tampoco voy a adorarte, ni mentirte, ni embaucarte. Solamente decirte que anoche, como tantas otras noches, volviste a aparecer en mis sueños, porque no hay mar que se aproxime siquiera al océano de tus latidos. Las ráfagas de sensaciones que adormecen mis sentidos y nublan mi pensamiento aún me sorprenden cada vez que se cruzan nuestros caminos, como aquella última noche en que mis instintos suplicaban a gritos encontrarse con tus labios.

Y no te la daré con rosas, porque su naturaleza efímera no me ayuda a expresar fidedignamente la razón de lo que anhelo. Mis jardines, lejos de marchitarse, florecen cada día rociados por esos claros amaneceres que anuncian que volveré a verte.

Hoy no será el día en que te muestre mis temores, aunque cada página que escribes en tus otros cuadernos de notas envenena mis pupilas y enmudece mis palabras. Podría seguir fingiendo, pero mis fuerzas se agotan al mismo ritmo que la tinta de tu bolígrafo.

No tengo forma de huir, por lo que seguiré al refugio de este manzano mientras mis manos no se encuentren con las tuyas en el calor de la hoguera, escondido bajo la sombra de la parcialidad.

Ésta no es otra carta de amor, pero como todas las anteriores, concluirá su viaje en el cajón de mi mesilla aguardando a que algún día reúna el valor suficiente para entregártela.

sábado, 30 de octubre de 2010

No somos ángeles

¿Crees que llegamos a este lugar guiados por el destino o la providencia? Todo parece una conjura de las ruedas de la Verdad para hacer descender al suelo nuestros castillos en el aire.

Mas no somos ángeles, tan solo dos mortales que un día se encontraron frente a frente, ese día en el que los devaneos del azar unieron dos almas solitarias en la frontera de lo inevitable.

jueves, 28 de octubre de 2010

Rastros apagados

Largas filas de escalones se presentan frente al incendio cada día.

Todo el mundo piensa que es muy fácil. Nadie se detiene a observarlo, pues los caprichos del destino y tus murallas de acero mitigan los embistes del mar embravecido.

Mas tras la coraza se esconde un ser humano, que siente cómo los rastrojos se secan con el paso del tiempo, cómo las palabras inocentes de las voces del valle arrastran las lánguidas marismas de estos otoños tardíos.

No es tan fácil soportar el peso de las montañas con la fuerza que otorgan los exiguos gozos, puesto que no son más que espejismos de las futuras abatidas. Como soles que brillan con toda su intensidad justo antes de estallar. Como lunas que los reflejan para luego apagarse sin más.

Las mismas cataratas que una vez dejaron de fluir intentan vislumbrar paz en este remanso, pues no atestiguaron cómo tus sombras encaraban el huracán ni cómo las ramas de aquellos árboles se desgarraban mientras las libélulas volaban en otra dirección. Sin vías de escape, la desesperanza te acorrala como lobos en la noche.

No encuentras adónde huir, aunque sabes que necesitas un cambio para observar de soslayo que las rápidas partidas son consecuencia de tus pasos en falso, que tus batidas al viento producen tifones, que tu continua presencia apacigua la singularidad.

No te doblegues todavía, el reloj aún cuenta las horas.

miércoles, 27 de octubre de 2010

365

Ambos lo previmos. Las luces se encienden y se baja el telón.

Pero no termina nada, en realidad sólo se transforma.

Mañana comenzará de nuevo la función, pero seguramente sean otros los protagonistas. Nosotros ya tuvimos nuestro momento de gloria.

martes, 26 de octubre de 2010

Intercambio equivalente

Cada paso es amortiguado por las flores que crecen bajo mis pies.

Ilusiones, alegrías, voluntad, esfuerzo.

Ha llegado el momento de devolverle al mundo las odas que escribió en mi destino. No sé si pudiste leerlas, pero hay mucho que agradecer y poco por lo que llorar.

Mira hacia el futuro.
¿Puedes verlo?
Yo no.
Pero hace tiempo que no me preocupa. Hace tiempo que no me importa.

Ya pude rendir cuentas con el pasado, y poco más le puedo pedir al presente. Los confusos caminos del mañana los elegimos nosotros con cada una de nuestras decisiones. ¿Por qué habría de temerlos entonces? Seguro que tomaremos las elecciones correctas.

Hoy decidí darle un nuevo sentido mi vida, dejar una huella perdurable en este planeta.

Hoy decidí sentirme vivo.

lunes, 25 de octubre de 2010

Retazos imantados

Miles de retazos concentrados en un pequeño instante de tiempo estallan en todas direcciones produciendo un enorme influjo sobre el equilibrio de este sistema altamente inestable.

Volvió a pisar territorios prohibidos, esquivando con increíble soltura al guardián de la entrada. ¿Pudiste verlo en sus ojos? Seguramente no, tu inocencia te impide aparcar por un momento tus ideales y reflejar sus sentimientos más terrenales. Eres una buena persona, yo sí pude verlo en los tuyos. Un fuego que quema.

Todo esto ocurría mientras ella avanzaba en sentido opuesto al de las agujas de aquel viejo reloj. Los lazos que un día les unieron se resquebrajaban por momentos bajo la tenue luz de aquellos focos, empujados por afilados cuchillos provenientes de lugares insospechados. Creo que no sintió dolor alguno, pues lo cierto es que ya decidió marcharse de la estación, tan solo la sensación de haber sido empujado por un gigante que lo apartó del camino sin advertirlo siquiera.

A su vez, las flores ya marchitas intentaban recuperarse en un esfuerzo desesperado por redimir errores pasados, como si el paso inescrutable del tiempo pudiera revertirse. Nuevamente empezaron a ser regadas.

¿Y dónde quedo yo en toda esta historia? Un cúmulo de dudas me invade. Ni siquiera tengo claro si quiero saberlo. Vuelve a girar aquel disco que resonaba entre las paredes del último refugio a punto de ser derribado. Baladas de antaño que evocan historias de otra época. Sinfonías de esperanza y anhelo. Cuentos inconclusos.

Todo se reorganiza mientras las aguas vuelven a su cauce.

Hoy el cielo está más cerca que nunca del infierno.

viernes, 22 de octubre de 2010

Dunas de agua

Hoy te he vuelto a echar de menos.

Cada minuto que intentaba escapar de las garras de la memoria se convirtieron en una dura prueba que finalmente no logré superar, pues las aguas han acabado retomando su cauce en este desierto de eslabones perdidos.

Estoy cansado ya de inventar mentiras para desencantar corazones. No terminan nunca las batallas internas, no logro apaciguar los combates en los frentes aún abiertos ni silenciar las voces que reclaman a gritos un nuevo cruce de caminos.

Por eso me encuentro hoy aquí, frente a ti, sin dudas ni temores por los presagios de derrota. Ya comprendí hace tiempo que tus puertas nunca estuvieron abiertas, pero hoy volví decidido a romperlas o perderlo todo en el intento.

Me aproximo lentamente mientras advierto cómo tu mundo se retuerce en la incertidumbre. La dirección la tienes clara, pero no logras decidir en qué sentido salir corriendo. Allí permaneces, bloqueada, sin saber qué hacer.

Y mientras mi rostro se acerca al tuyo, siento cómo las aguas deshacen mis grilletes de papel para devolverme la libertad de la que una vez me privé. La adrenalina recorre mi cuerpo de tal forma que puedo sentirla navegando por mis venas.

Mis ojos se cierran.

Deseo desde lo más profundo de mi ser que los tuyos no puedan sino seguir sus pasos.

domingo, 17 de octubre de 2010

Tormentas de arena

Todavía no logré entender para qué regresaste.

Sabías de antemano que los palacios de cartón ya habían caído derruidos por mis caballos de Troya. Levanté el puente de mi fortaleza antes de que pudieras atraversarlo. Eres consciente de que las campanas de medianoche sonaron hace tiempo, cuando nuestros caminos se dividieron jurando no volver a cruzarse.

Ya no hay reflejos en los cristales ni colores en los retratos. Se apagaron las sonrisas en los balcones y las farolas de nuestra avenida. Aquella tarde destruí toda muestra de curiosidad, aplasté todo intento de acercamiento.

Y sin embargo hoy te encuentras de nuevo aquí, frente a mí, sin dudas en tu mirada, sin temores en tus facciones. ¿Qué es lo que no comprendiste?

Intento huir, trato de salir corriendo, pero mis piernas no responden. Te aproximas lentamente y todas mis defensas caen produciendo en mi mente un ruido ensordecedor, que no me deja pensar, no me permite reaccionar.

Y mientras tu rostro se acerca al mío, una explosión en mi interior destruye por completo mis últimos pretextos, insignificantes ya ante el cielo de tu mirada. El pulso se me acelera mientras escalas mi última alambrada sin problema alguno.

Tus ojos se cierran.

Los míos no pueden sino seguir sus pasos.

jueves, 14 de octubre de 2010

Tan cerca

Una gota de lluvia recorre sin prisa mi ventana mientras recojo de la alfombra los pedazos de esta historia de cadenas de papel. No siento pena ni dolor, mas las banderas siguen ondeando a media asta.

Hoy los confines del Universo me parecen tan lejanos como ayer. El destino pone ante mis ojos paraísos inalcanzables para luego arrebatármelos sin escrúpulos. Traicionero, se regocija de placer ante mis abatidas, pero no le tengo miedo. Hace tiempo que aprendí a moldear las situaciones, a construir túneles en las paredes de los laberintos, a fundir las navajas de los puñales.

No hay sombras en el horizonte. Las palomas ya encontraron su rumbo tras los azotes del vendaval, pero necesitan un aliento que las haga aventurarse en este viaje que podría no tener final.

Y aunque sigue lloviendo, decido salir a observarlas. La lluvia moja mis sentidos mientras las veo alejarse. Casi sin fuerzas para seguir luchando, mi única fuente es un pequeño atisbo de esperanza sin sentido, una densa amalgama de retazos sin señales claras, sin destellos nacarados. Paseo arrastrando los pies por las calles vacías de medianoche, y al levantar la vista, allí te veo, con la cabeza hacia el cielo y los ojos cerrados.

Tan cerca, y sin embargo mis manos no logran alcanzarte.

lunes, 11 de octubre de 2010

Un paseo por el parque

Paseaban por aquel parque a ritmo pausado, como habían hecho tantas otras veces, guiados inconscientemente por la misma ruta que siempre tomaban.

Era una tarde otoñal de tiempo tranquilo. Una agradable brisa les acariciaba, atrayendo los últimos aromas del recién finalizado verano. Las hojas de los árboles empezaban a adquirir tonalidades doradas, y algunas se precipitaban ya suavemente hacia el suelo.

Hablaban de todo animadamente. Su confianza de tantos años atrás les permitía tratar todo tipo de temas sin ningún reparo. Para ella, él era el mejor amigo que jamás podría tener, alguien en quien confiar cuando todo iba mal, un hombro sobre el que llorar. Para él... Bueno, para él aquello era un poco diferente.

Transcurría la tarde sin sobresaltos, hasta que ella volvió a tocar aquel tema recurrente. Volvía una y otra vez a sus conversaciones, cada vez que se veían, cada vez que se llamaban.

- Creo que voy a dejarle.

- Eso dices siempre desde que empezaste a salir con él hace 3 años. Pero al final nunca das el paso.

- Pero esta vez es diferente. Estoy cansada de él. Quiero volver a vivir mi vida.

- No te creo. Seguirás dejándote llevar como has hecho siempre. No tienes el valor necesario para hacerlo.


A ella le cambió la cara. Sintió sus palabras como una ofensa y subió el tono de su voz.

- ¿Qué sabrás tú de todo esto? Mantener una relación es algo muy complicado. Pero es normal que no puedas entenderlo, nunca has tenido una pareja desde que nos conocemos. ¿Qué te ocurre? Has tenido muchas oportunidades, y las has rechazado todas. ¿Qué es lo que pasa? ¿Tienes miedo al fracaso?

Su expresión se tornó triste y apagada.

- No. Tengo miedo a que nunca llegues a abrir los ojos.

domingo, 10 de octubre de 2010

10/10/2010

Homogéneas cifras marcan hoy un calendario hastiado por tanta redundancia de armonías perfectas, que han provocado una disonancia de ritmos precipitados, atropellados, de frases sin sentido y actos sin compasión.

El reloj marca las horas a un ritmo sorprendentemente lento, amortiguado por actitudes ególatras, muestras de indiferencia y pasos cansados hacia un lugar donde la realidad impera sobre los anhelos.

Un día especial, atrapado en un flujo circular de aguas gélidas y cenizas incandescentes que producen una densa bruma al entrar en contacto.

Un día más para arrancar de las hojas de este viejo calendario.

sábado, 9 de octubre de 2010

Volver a levantarse

Sientes el húmedo barro impregnando cada poro de tu rostro. Incapaz de moverte, luchas con fuerza por que algún impulso eléctrico sea capaz de alcanzar tus terminaciones nerviosas. Tras muchos esfuerzos, por fin consigues mover el dedo índice de tu mano derecha.

La lluvia cae con fuerza, y todo tu cuerpo se encuentra encharcado y entumecido, como si tuviera que aprender a articular de nuevo, como un niño recién nacido que no es capaz de tenerse en pie.

El tiempo pasa, y parece que tus músculos comienzan a despertar. Aunque cada pequeño movimiento es como una tormenta de agujas clavándose en tus miembros, tus ganas de seguir adelante consiguen mitigar el dolor. Ya has reunido las fuerzas suficientes para apoyar las palmas de las manos en el lodo, y tu cabeza pierde el contacto con el suelo.

Adelantando tu pierna derecha, marcas tu primera huella y poco a poco continúas irguiendo todo tu cuerpo, hasta que finalmente logras levantarte.

Ahora parece que la lluvia está amainando. Pronto volverá a salir el Sol, y podrás observarlo con la cabeza bien alta, pues todos caemos, pero se necesita valor para levantarse de nuevo y seguir luchando.

viernes, 8 de octubre de 2010

Vientos cálidos

Entraste en mi vida sin avisar. Por un momento olvidé cerrar la puerta y te colaste por el resquicio sin apenas hacer ruido. Como una suave brisa que sortea las ramas de mis cerezos aún en flor, llegaste a mis rincones más vacíos para llenarlos de luz.

Y ahora ya es demasiado tarde. No puedo ni quiero despertar, así que es el momento de que asumas tu responsabilidad. ¿Crees que podrás? Ayer me decías con la mirada lo que tus palabras no se atrevían. Me explicaste que cada milímetro de tu cielo es ahora azul, que las nubes que una vez lo poblaron se desvanecieron por completo.

Ahora que nuestros latidos se han sincronizado, las tormentas parecen en calma y los huracanes se han disipado dando paso a un sosiego que esperemos dure para siempre.

Aunque es en este instante cuando comienza las pendientes más escarpadas. Es cierto que el torrente inicial ha sido superado, pero construir las ventanas desde las que cada día nos asomaremos a vislumbrar nuestro jardín nos llevará mucho más tiempo. Quizá toda la vida. Un arduo trabajo, que sin embargo se verá recompensado en cada pequeño avance que logremos.

Por eso es el momento de decidir si partimos por fin hacia el mejor viaje de nuestras vidas.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Batallas perdidas

Una vez más la suerte esquiva con envidiable soltura las páginas de un destino que yace entre las sombras tras cientos de heridas abiertas. Heridas que no cicatrizan, y que una tras otra van minando la autoestima.

Otra batalla perdida tras una lucha que duró apenas tres minutos, pero que arrancó desde el primer momento toda posibilidad de victoria. Otra batalla en blanco. Otra batalla negra. Los pocos soldados que sobrevivieron se marchan a casa dolidos y sin fuerzas para seguir peleando. Son soldados sin alma, sin objetivos, que no podrán sino llorar sus lamentos hasta que la muerte los alcance.

Faltan motivos para seguir adelante. Motivos para creer. Motivos para la esperanza. Y sobran las razones para el exilio.

Pasaron ya los días en los que las justificaciones vanas aplacaban los sentimientos de mediocricidad. Las evidencias son claras. Estas ruinas fueron levantadas sobre unos cimientos en mal estado, y se tambalean cada vez que un pequeño vendaval los azota.

No existe manera alguna de mitigar la impotencia. Sólo queda creer en que el tiempo será capaz de cerrar las heridas y devolver la confianza perdida tras tantas balas de cañón.

martes, 5 de octubre de 2010

Ideas Breves XII - Indecisiones, temores, dudas y errores.

Dejar que pase el tiempo arriesgándote a que el olvido extinga los posibles rescoldos, o lanzarte al vacío sin conocer de antemano si encontrarás agua que amortigüe la caída.

lunes, 4 de octubre de 2010

Indicios encubiertos

Parpadeos arrítmicos delatan hoy tu nerviosismo. ¿Qué es lo que esperas? ¿Qué has venido a buscar?

No consigo comprender el sentido de los gestos de tu rostro. Tomas mi mano de la forma más natural posible, avanzando pausada entre la multitud. ¿No te das cuenta? Me cuesta discernir los solsticios de los equinoccios. El pulso se me acelera, y en el momento en que nuestras yemas pierden el contacto, una mezcla de vacío y pulsión me invade por completo.

Casi incapaz de contener los instintos cuando me hablas a diez centímetros de distancia, intento centrar mi atención en tus palabras, que inocentes abandonan tus labios para desplegarse en mis oídos, sin saber que cada una de ellas horada con firmeza mis murallas. Aquellas que construí tiempo atrás y hasta hoy habían permanecido indemnes.

No lo entiendo. Mi razón trata de repeler lo que mi corazón atrae. Pero no puede lograrlo. Los pretextos se desgastan por momentos, y los ideales que una vez creé sobre ti y que ya tomé por ficticios se convierten en realidad poco a poco, transformados por los movimientos de aquel viejo reloj de pared.

Y ahora faltan dos minutos para las tres. El tiempo se consume como una mecha incandescente, y una vez más no reúno el valor para cruzar la línea que divide nuestros mundos.

Están a punto de repicar las campanas de la despedida. Si al menos tus episodios delataran algún vestigio que alimente mi esperanza, podría la partida transformarse en un principio de intenciones.

Mareas al alba

Caminaba lentamente junto a la orilla del mar, como cada día a las 7 de la mañana. La arena, oreada pocos minutos antes, respiraba imperturbada, salvo por las huellas marcadas por sus firmes pasos.

El murmullo de las olas al romper le había impedido advertir que alguien caminaba a su lado desde hacía pocos segundos.

- Hace tiempo que no vienes a pasear por aquí.

- Hace tiempo que me negaste la entrada.

- Pero hoy has venido.

- Porque hoy te decidiste a abrir tu corazón.

- Sabes que me agrada tanto como me asusta que estés aquí. Pero ya que viniste, caminemos juntos.

- ¿Crees que algo ha cambiado desde la última vez?

- No, no lo creo. Sólo yo, que me volví más débil.

- O quizá más fuerte. Por eso te decidiste a afrontarlo.

- ¿Algún día podremos pasear en calma por estas aguas sin temor a que puedan arrastrarme hasta el abismo del horizonte?

- No lo sé, no puedo contestarte a eso. El tiempo te mostrará el camino.

Continuaron caminando en silencio durante un largo rato. La playa seguía vacía, pero el Sol se ocultaba ya tras el acantilado.

- ¿Volverás mañana?

- Eso es algo que deberás decidir por ti mismo.

domingo, 3 de octubre de 2010

Cruce de vías de camino a la estación

Tus pasos aceleran el ritmo de su respiración. El contacto de tus dedos con los suyos convierten la realidad en fantasía y los sueños en vivencias. Él desea que ese momento dure para siempre, pero sabe que es efímero, por lo que intenta disfrutarlo mientras los refugios de la casualidad acaricien su presente.

Tu sonrisa ha conseguido enviar el mensaje por el que cientos de palomas perdieron la vida en su intento y ha ganado la batalla en la que miles de soldados perecieron.

Ayer iba camino de la estación y vi cómo un cambio de vías modificaba el transcurso de su historia. Vas directa a su destino, donde él sigue esperándote tras la dura despedida. Es el momento de decidir si detenerte en su parada o continuar tu marcha camino a casa.

viernes, 1 de octubre de 2010

Manantiales

Resquebraja mis cimientos con las notas de un suspiro.
Derrumba mis murallas con los golpes de tus encantos.
Adormece mis sentidos con la bruma de tus gestos.

Si cada instante escrito en las páginas de este libro se presenta ante mis ojos como un viaje hasta los confines de tu universo, entonces no adolezco temor alguno, pues habré encontrado aquello que hace tiempo perdí y que el destino aún no alcanzó a recuperar para mí.

No hay llaves que abran este ventanal. Sus puertas eligen con sumo cuidado ante quién quieren mostrar lo que ocultan al otro lado. Quizá sea éste el momento en que sus bisagras oxidadas decidan por fin recuperar su flujo, mientras las sinfonías transportadas por la brisa acarician tu pelo.

No hay motivos para pensar que no serás capaz de asomarte a la ventana y devolver la vida a estos manantiales que una vez fueron secados tras el diluvio universal por el asfixiante calor de la rutina.

jueves, 30 de septiembre de 2010

La anciana

¿Quieres que te cuente algo que me ocurrió hoy?

Resulta que iba paseando por la calle y una anciana con la que me he cruzado me ha detenido. Cuando le he preguntado qué quería, se me ha acercado y me ha susurrado algo al oído.

Me ha contado que las pasiones son delirios exacerbados causados por ideales rara vez existentes.
Que las ilusiones son ficciones creadas para poder sentirnos felices.
Que los lamentos nos hacen más fuertes y no existe la alegría sin tristeza.
Que superar las dificultades endurecen nuestro corazón y nos permiten madurar.
Que en el mundo real las noches son mucho más largas que los días, y gracias a eso adoramos los rayos del Sol.
Pero sobre todo, que rendirse no es un opción.

Divagaciones de una vieja resentida con la vida, he pensado yo.

Mientras meditaba sobre ello, se ha separado y ha seguido su camino. Cuando me he dado la vuelta para verla marchar, he descubierto con estupor que allí no había nadie.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Sombras tristes

Marta salió como cada día de trabajar a las seis en punto de la tarde. Era un miércoles como otro cualquiera de finales de septiembre. El Sol descendía por el horizonte, y sus rayos encaraban sus cansadas facciones.

Arrastró sus pies hasta la parada del autobús, pero tomó otro distinto al habitual. Se sentó en la penúltima fila, apoyando la frente contra el cristal. El vaho que formaban sus exhalaciones se fue haciendo más intenso con el transcurso del tiempo, así que lo utilizó para escribir. Pintaba palabras incoherentes y vacías, palabras que no decían nada.

Hacía ya casi un mes, pero desde entonces había vagado sin rumbo, como un ente sin alma, esperando a nada, sin intentar siquiera salir de aquel oscuro pozo. Ya no tenía fuerzas para seguir luchando, ni ganas de volver a sonreír. Las dulces melodías se habían convertido en ecos desafinados de la noche a la mañana.

Parecía como si el tiempo se hubiese detenido en aquel autobús. Seguía aniquilando sus entrañas. Llevaba un tiempo pensando en aquello, repasando su calendario de desdichas y buscando motivos para hacerlo. Era lo único que ocupaba su mente desde aquel momento, pero no se había atrevido a dar el paso.

Hasta hoy.

Por fin alcanzó su destino. Descendió la escalera que la devolvió al asfalto firme, aunque sus pensamientos flotaban en un universo paralelo. Ante ella se encontraba el puente donde una vez se conocieron, impasible ante el paso del tiempo, comunicando ambas riberas de un río que acuciaba los lejanos días del deshielo.

Se sentó en medio durante horas ignorando a la gente que pasaba a su lado y a los perros que se acercaban a olisquearla. Cuando la única luz remanente en aquel viejo puente fue debida a la tenue incandescencia de dos antiguas farolas y el efluvio de personas se disipó casi por completo, decidió que había llegado el momento.

Abrió su mochila y sacó de ella una cuerda. Ató un extremo a los hierros del puente y el otro a su cuello. Casi de modo automático, se subió a la barandilla y miró hacía abajo. Fue entonces cuando volvió a un estado consciente y se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Una mezcla de miedo y vértigo invadió su estómago, sus piernas comenzaron a temblar y estuvo a punto de perder el equilibrio.

Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. ¿Por qué lo habían hecho? No podía quitarse de la cabeza aquella imagen que se quedó grabada en su memoria para siempre, detalle a detalle. Aquella tarde en la que volvió a casa antes de lo previsto y encontró a su pareja y su mejor amiga en su habitación, aplacando sus instintos sin un ápice de remordimiento.

¿Por qué? Eran las dos personas en las que más confiaba, y allí estaban, traicionando todos los valores que una vez forjaron juntos. Su vida ahora carecía de sentido, y lo mejor era acabar con ella cuanto antes.

- ¿Qué estás haciendo? - Oyó una voz a su espalda.

- ¿No lo ves? Creo que parece evidente - dijo Marta entre sollozos.

- Sí, lo veo. Lo que me pregunto es qué pretendes obtener con ello.

Aquel hombre parecía mantenerse impasible ante la situación.

- Huir de mi pasado. Nada en él merece la pena. Los buenos momentos fueron todos ficticios, y me siento incapaz de superar los malos.

- Ni siquiera tú crees lo que dices. Realmente eres consciente de que estás intentando huir de tu futuro, no de tu pasado, ¿verdad?. Crees que volverás a pasar por lo mismo una y otra vez, que la historia se repetirá en cada decisión que tomes. Pero cada persona es un mundo misterioso y fascinante por conocer, y no todos actuarán del mismo modo. Es posible que tuvieras mala suerte en tus anteriores episodios, y que utilizaran tu buena fe en su propio beneficio. Pero por suerte, la mayoría de la gente no es así.

- ¡Cállate! ¿Qué te importa a ti mi vida? Déjame y vete.

Marta finalmente rompió a llorar, dudando cada vez más de si lo que estaba haciendo era lo correcto.

- Por favor,mírame a los ojos un momento, y dime sin vacilar que estás dispuesta a perderte todo lo que este mundo tiene preparado para ti.

Ella se giró y miró por primera vez a su física conciencia. Al hacerlo, sintió una punzada en el corazón que le recorrió todo el cuerpo hasta la última vértebra. En ese instante todo su universo cambió para siempre.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Ideas Breves XI - Subterfugios

Reinventando nuevamente los subterfugios de la razón.

Lunes negro

Lunes negro en su reloj.

Hoy la vida se detiene ante el pulso de sus pasos. Pierde la relación temporal, y todo a su alrededor parece ralentizarse tras el velo de sus párpados nublados. No es capaz de fingir que los llantos de aquella canción se sintonizan con los propios mientras es conducido de camino al trabajo.

El metro atestado; la gente impasible avanza como cada día a un destino previsto, sin aguardar un atisbo de sorpresa. Todo en sus vidas está planificado de principio a fin, de la mañana a la noche. Inmersos en su mundo se resignan al bucle de la rutina, del conformismo eterno.

Y él no es diferente al resto. Marcha como cada día en el tercer vagón de la línea 3 a las 7:27, con la misma gente, las mismas caras en las que nunca se ha fijado y con las que nunca cruzará palabra alguna.

Pero tampoco nadie repara en la lágrima que recorre su mejilla hasta caer al vacío, cargada de soledad en aquel lugar lleno de gente. No entiende por qué, pero intuye que aquellas notas presagian un momento amargo.

Un lunes como otro cualquiera que amanece entre las sombras. No oculta nada diferente, pero cambiará para su destino para siempre.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Tu nombre en la pared

Hoy he vuelto a soñar con princesas de cuentos de hadas.
Con la musa del Edén, con cientos de palabras raras.
Hoy he vuelto a despertar y darme cuenta de que nada
De lo que una vez creí existe en realidad.

Todo era tan real que cuando la luz invadió mi ventana,
No pude evitar exhalar un soplo de resignación.
Pero aquella no eras tú, tan solo un reflejo de lo que soñaba
Nada más, lo tengo que aceptar.

Y si vuelvo a ver pintado tu nombre en la pared
No trataré de escribir el mío a su lado.
Y si cada instante que el destino acaricie tu piel
Tu no estás ahí, lo lograré entender.

Hoy he vuelto a soñar que tus pasos giraban en mi dirección,
Que tus huellas marcadas en la arena dibujaban un perdón.
He podido sentir el roce de tu cara,
Pero nada era real, no quiero despertar.

Y si vuelvo a ver pintado tu nombre en la pared
No trataré de escribir el mío a su lado.
Y si cada instante que el destino acaricie tu piel
Tu no estás ahí, lo lograré entender.

Y si vuelvo a ver pintado tu nombre en la pared
Y tu rostro se dibuja en cada sueño que desvivo.
Y si en cada gesto que me regalas, tú me haces comprender
Que no estás ahí, lo lograré entender.

Lo lograré entender.
Lo lograré entender.

Hoy he vuelto a soñar con princesas de cuentos de hadas.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Ideas Breves X - Páginas en blanco

No quiero volver a manchar las páginas en blanco con atardeceres hostiles.

Intangible

Un terremoto se cierne ante los pies de nuestras mentes imantadas. Un algoritmo indescifrable de palabras sin sentido, de voces huecas.

No quiero creer en las tragedias de un destino que en cada vértice amontonan los lamentos de un hastío infinito, o al menos de final inalcanzable. En realidad no es que no quiera, es que mi mente se niega a aceptar los aullidos negros y la indolencia inusitada. Es incapaz de obviar los destellos entre las ramas de los árboles marchitos, incluso aunque estos resulten escasos e intangibles.

Algún refugio interno aún no ha conseguido ser derribado, y las baladas de antaño resuenan entre sus muros. Diminutas hordas de rencores atacan a intervalos irregulares, aún sin éxito. Las paredes siguen en pie, no obstante se van dañando con el paso del tiempo.

Porque cada intento de levantarme culmina en un tropiezo con la imagen estereoscópica de los días cálidos del mes de abril. El subconsciente no alcanza a discernir las etapas de este viaje de banderas a media asta y timones desgastados.

En realidad hace un tiempo que no espero al huracán, tan solo que me tiendas tu mano.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Ideas Breves IX - Soliloquios temporales

Ayer creí que mañana sería el futuro. Pero hoy me doy cuenta de que me seguirá acompañando el presente.

Ilusiones compartidas

Las tres de la mañana en el reloj.

Clara no podía dormir. Llevaba dando vueltas varias horas. Era una de esas noches infinitas en las que su cabeza no dejaba de trabajar. Cientos de imágenes se agolpaban una tras otra y un incesante nerviosismo la impedía conciliar el sueño.

Es cierto que llevaba varios días pensando en él, pero jamás pensó que hasta tal punto que le impidese descansar. Había llegado casi sin avisar, y sin darse cuenta, sus vidas se habían ido fundiendo en una sola. Ahora ya era demasiado tarde para volver atrás. No podía, ni quería. Pensar en él era lo que hacía que cada mañana tuviera sentido comenzar un nuevo día. No necesitaba mucho. Tan solo un mensaje, una llamada, o unas pocas palabras cruzadas convertían cualquier día normal en uno perfecto.

Todo esto le llevaba ocurriendo un tiempo. Pero esta noche era diferente. Por fin había aceptado sus sentimientos, pero no sabía cómo continuar. Él era muy amable y atento con ella, pero lo era con todo el mundo, así que no podía estar segura de que sintiese nada. Además no sabía qué pensaría él si fuera ella la que diese el primer paso. Exponerse en primer lugar tiene bastantes riesgos, y lo deja a uno en clara desventaja.

En esa duda estaba cuando escuchó su teléfono. Acababa de recibir un mensaje. Se levantó de la cama corriendo y lo cogió. Deseando que fuera él, lo abrió y su rostro se iluminó. Sus ojos se humedecieron de alegría al leerlo:

- Soy incapaz de dormir esta noche. No puedo dejar de pensar en un asunto. Necesito hablar contigo mañana. Un beso.

martes, 21 de septiembre de 2010

Transiciones

Hace tres segundos que no sientes nada.

Tu corazón ha parado de latir. Aquel torrente que hace unos momentos te desbordaba se ha detenido en seco, dejando su lugar a la nada. El vacío se apodera de tu mente. Te sientes en paz, relajado, sin nada de lo que preocuparte, sin nada por lo que temer.

Pero es un estado pasajero. Seguramente mañana te levantarás y volverás a sentir ese huracán de emociones, ese nudo en el estómago y en la garganta, esa continua intranquilidad. Tal vez sea de alegría incontenible, quizá de una terrible frutración o puede que sea desazón, júbilo, desengaño, ilusión, tristeza o remordimientos. Sea cual sea su forma, el fondo será invariable. Una inquietud interior que te hará perder el foco, que te impedirá concentrarte en el resto del mundo.

Pero en este instante no sientes nada. ¿Te gustaría quedarte así para siempre? Es cierto, los sentimientos no traen más que problemas, se vive mucho más tranquilo sin ellos, sin preocupaciones que hagan peligrar tu buen juicio. Cada día puedes dedicarlo a mirar al frente, a seguir tu objetivo, sin necesidad de detenerte a cada paso a resolver tus turbaciones.

Mas no te lo recomiendo, pues no sentir nada es lo mismo que estar muerto.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Ideas Breves VIII - Pasajes infinitos

Alguien me hizo ver hace poco que las mejores montañas son aquellas que son infinitas. Porque las cimas las creamos nosotros mismos, y llegar a la cima significa que a partir de ese momento sólo se puede descender.

Es mucho mejor disfrutar de cada paso y seguir ascendiendo por siempre.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Introspección

Un pequeño pájaro canta una canción para olvidar los lejanos tiempos pasados que le hicieron llegar hasta aquí.

Y hoy duermo sobre una sábana blanca cada latido del corazón, tratando de soñar lo que no pude alcanzar en vida, y de revivir lo que no podrá volver. Porque cuando despierto, el torrente se desborda, rompiendo los cimientos que sostienen el alma.

El pájaro ha decidido echar a volar. Cada segundo es infinito para él, pues todo su mundo avanza mucho más deprisa, pero sus latidos se han parado en seco. Le cuesta mantener la dirección, ni siquiera sabe hacia dónde volar. Su destino queda demasiado lejos como para alcanzarlo con la mirada, ni siquiera con el pensamiento, así que vaga sin rumbo, sin meta.

Mientras lo veo pasar por mi ventana, agito las hojas de un antiguo diario, intentando ver si de ese modo sus palabras se reordenan para mostrar la realidad de ese futuro incierto del que tantas veces adolezco. Mas no es posible, porque sus letras se aferran al pasado como sombras a la noche.

Y es la sombra de ese pájaro la que se difumina mientras los rayos del Sol se debilitan y dejan paso al blanco astro, tras una innumerable amalgama de tonalidades. Su silueta se va perdiendo en el horizonte como si un abismo se alzara ante mis ojos.

Esos ojos húmedos que no dejan observar con claridad la realidad, la distorsionan, cada vez que el recuerdo se entrelaza con mi pensamiento y se funde con los ideales que aquel día decidí dejar atrás. Cada palabra de aquella página es azotada una y otra vez por el paso del tiempo y la incertidumbre de sus consecuencias, que agravan y hacen más profunda la herida.

Pero el pájaro no puede huir, y regresa por donde una vez intentó marcharse, atraído por esencias de una flor casi marchita, por el calor de un fuego a punto de consumirse, por el eco de un grito que se desvanece. Vuelve a posarse en mi ventana, para cantar una vez más aquella canción nostálgica de penas y alegrías. Aún cree que puede recolectar lo que en su día sembró, si es que recuerda dónde y cómo.

Su apagada ternura me hace recuperar la consciencia, esa que tantas veces decide rendirse ante el inconsciente. Un inconsciente que es tan sólo un reflejo de los sueños en los que vivo mientras duermo, y que realzan lo que siento cuando despierto. Un despertar que ha perdido su color y se alimenta del dolor. La almohada, aún húmeda, delata los secretos más profundos de las entrañas de este letargo del que las mañanas no consiguen escapar, y que siguen presentes cuando la noche inunda esta habitación vacía.

El pájaro ha decidido por fin dejar de cantar. Mirándome a los ojos, su silencio ahoga por segundos mis temores hasta hacerlos desaparecer. Su mirada demuestra firmeza, determinación. Ha dado cuerda de nuevo a los relojes del presente, para que no vuelvan a pararse. Está dispuesto a retomar el vuelo, conociendo de antemano que las marcas del destino apuntan en otra dirección. Mas es un pájaro valiente, que no duda en el empeño de alcanzar lo que un día descubrió en suerte.

Mientras le veo marcharse nuevamente, agarrándome con fuerza a los barrotes de mi pequeña ventana, escucho a mi espalda el sonido del cerrojo de mi celda. La puerta está abierta, tan sólo debo decidir si quiero volver a respirar el aroma de la libertad.

Ideas Breves VII - Estrellas

Necesito sentir que las estrellas siguen brillando allá en lo alto.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Diciembre en mi jardín

Es diciembre en mi jardín.

Hace un tiempo que no llueve sobre él ni lo acarician los rayos del Sol. Los muros que una vez construí fueron derruidos por un huracán, y a través de sus grietas sopla un viento gélido que ha marchitado la mayor parte de la vegetación.

La sensación de vacío es tan penetrante que no quedan señales de vida en él. Los ruiseñores que cantaban cada mañana con la caída del rocío emigraron ya a otros parajes, ahuyentados por la desolación.

Intenté cortar la flor más bella del jardín, y fue entonces cuando todo sucedió. No podía soportar la necesidad de salir cada día a contemplarla. Sin embargo ha permanecido intacta, como inalterable ante la situación que la rodeaba.

Pero ahora es el dolor que me produce el recuerdo de mi intención el que no permite que el jardín renazca, el que me inhibe de la necesidad de repoblarlo. La culpabilidad se ha apoderado de mi ser.

No sé, quizá tenga que dejar volar las mariposas. Tal vez ellas puedan recuperar de nuevo el mes de abril.

jueves, 9 de septiembre de 2010

martes, 7 de septiembre de 2010

Anoche soñé

Anoche soñé que estaba a tu lado. Soñé que nos encontrábamos en un extraño lugar rodeados de arena y mantos. Soñé que nos cogíamos de la mano y caminábamos entre la gente, que nos observaba con júbilo y recelo.

Y entonces me desperté. Nada tenía ningún sentido para mí, pero conseguí dormir de nuevo.

Y fue cuando soñé que nuestros rostros se acercaban lentamente. Noté cómo tus labios rozaban los míos tímidamente para después separarse. Soñé cómo volvían a buscarse nuevamente para fundirse en uno solo. Cómo el contacto hacía despertar los sentimientos más profundos.

Mas me volví a despertar. Fue entonces cuando descubrí que mi consciente estaba ocultando algo que mi subconsciente ansiaba. Cuando me di cuenta de que no debía seguir ocultándome la realidad.

Pero aún así hoy la he seguido ocultando.

Ayer regresamos de un lejano lugar, y nuestros caminos se dividieron con indiferencia. O al menos eso pensaba. Quizá vuelvan a cruzarse pronto, y entonces pueda ser un poco más sincero conmigo mismo.

Quizá entonces no tenga que seguir soñando.

Penumbra

Hace tiempo que no dice nada.

Se encuentra atada a un pasado que no volverá, a un presente que no quiere y a un futuro que no existe. Porque hay momentos en los que tenemos que pararnos a pensar en nosotros mismos y olvidar lo demás.

Pero ella no puede. No está segura de lo que busca, pero sí de lo que no desea. ¿Entonces por qué no romper las ataduras que otros le crearon? ¿Por qué no huir de los sentimientos ajenos y aceptar los propios? Por temor a hacer daño a otras personas.

Y ese temor la está consumiendo. Atrás quedaron los días en los que su sonrisa iluminaba las vidas de los que la rodeaban. Su esencia se pierde, y no hace nada por evitarlo.

Hace tiempo que no siente nada.

lunes, 6 de septiembre de 2010

La historia de un final inconcluso

Cada lágrima que brotó de sus ojos no pudo ser sino de alegría.

O quizá de nostalgia, puede que de impotencia. No, más bien fue producida por la incertidumbre.

Sus gestos se fueron aclarando, sus temores enmudeciendo y sus dudas acallando. Cada palabra desterrada de sus labios ocultaba una verdad silenciada en gritos. Gritos que sólo podían escucharse en su interior, pero que sus actos arrojaban al exterior.

Cuando por fin alcanzó aquel lugar su corazón se aceleró, su garganta se abotargó y sintió una fuerte punzada en el pecho. Sabía que estaba allí, pero una densa niebla les impedía el contacto visual.

- ¿Quién anda ahí?

- Soy yo. ¿No me recuerdas?

- Ah, eres tú. Por supuesto, ¿Cómo iba a olvidarte? ¿Qué has venido a buscar aquí?

- ¿Por qué lo preguntas? En el fondo lo sabes, aunque por alguna razón intentas negártelo. He venido a buscarte a ti. ¿Vendrás conmigo?


Aquella bruma que los invadía se desvaneció en un instante, y ambos pudieron por fin ver sus rostros sin ningún tipo de ataduras.

- ...

domingo, 5 de septiembre de 2010

Un minuto de silencio

Un minuto de silencio es lo que separa las palabras que dijiste de las que quizá no dirás, los sentimientos que desvelaste de los que probablemente ocultarás y las razones que te diste de las excusas que te creerás.

Porque cada segundo que pase obligará a que la llama se avive o se consuma, a que el Sol brille o se aletargue. Fluirá como un torrente agravando las emociones y rehusando toda lógica.

Un minuto que será infinito y un instante a la vez, pues decidirá el destino de lo impredecible, la conclusión de lo ineludible, el color de tu mirada.

Porque serán muchas circunstancias evaluadas en un pequeño lapso. Cientos de vivencias aflorarán agolpadas, miles de detalles que serán descartados, con el único objetivo de tomar una decisión.

Un minuto de silencio que marcará un principio o un fin, que lo cambiará todo.

O tal vez nada.

Ideas Breves V - No importa el resultado

No importa el resultado. Es mucho más valioso lo aprendido durante el camino.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Valor y miedo (La gaviota, 2ª parte)

No sé en qué estás pensando. Tienes ante ti lo que llevas tanto tiempo buscando. Ha llegado a tu estación el tren por el que una vez te sentaste a esperar. Sabías que aparecería, y aquí lo tienes.

¿A qué esperas? ¿Tienes miedo? ¿De qué? Lo único que puede ocurrir es que pase de largo y no pare, pero entonces no habrás perdido nada. ¿No te atreves a subir al tren por temor a dónde te pueda llevar? A veces es necesario lanzarse al vacío, asumir los riesgos si queremos obtener algo a cambio.

¿Te falta valor? Los seres sin valor nunca alcanzan sus objetivos. Ya pasaste de largo una vez, excusándote en los vientos de Poniente. La casualidad te ha dado otra oportunidad, y parece que volverás a desaprovecharla.

Más vale intentarlo ahora, que aún puedes darte la vuelta y volver a casa. Si no, será demasiado tarde para escapar de la estación.

Amistad

- Papá, ¿puedo hacerte una pregunta?

- Sí, hijo. ¿Qué quieres saber?

- ¿Qué es la amistad?

- ¿La amistad? Es ese sentimiento por el que una persona hace cualquier cosa por otra sin esperar nada a cambio, incluso por encima de sus propios intereses.

- Entonces yo no tengo amigos.

- ¿Por qué dices eso? Todo el mundo tiene amigos.

- Yo no. Es verdad que hay algunas personas en las que puedo confiar si tengo algún problema, y que estarán ahí para los buenos momentos. Pero también es cierto que no dudan en hacerme daño movidos por sus intereses. Algunas veces se arrepienten de ello. Otras no.

- Tienes razón. El ser humano es egoísta por naturaleza. Es posible que haya gente que te lastime sin querer, y es perfectamente comprensible. Pero muchos otros lo harán por voluntad propia. Es muy difícil encontrar a alguien que no sea así.

- Entonces, ¿existe la verdadera amistad?

- No lo sé, hijo. No lo sé. Quiero pensar que sí.

lunes, 30 de agosto de 2010

viernes, 27 de agosto de 2010

Una nueva oportunidad

Era una noche fresca de finales de verano. Aquel profundo silencio sólo era invadido por el sonido del viento al acariciar las hojas de los árboles, y una cigarra que continuaba incansable su búsqueda. Tumbados, mirando al cielo, veían pasar el Universo ante sus ojos.

- ¿Cuándo llegamos a este lugar?

- No lo sé. Cuando quisimos darnos cuenta ya estábamos aquí.

- Es hermoso. Parece que el tiempo se ha detenido. Hace varios días ni siquiera podríamos imaginarnos que este mundo se abriría ante nosotros.

- Tienes razón. En ocasiones el destino toma caminos que no nos esperamos, pero que ansiamos en el fondo de nuestros corazones, aún sin darnos cuenta de ello.

- Pero no hace mucho tiempo, ambos nos encontrábamos en dos lugares muy diferentes que creímos eran nuestro paraíso. Finalmente no resultaron más que dos pequeñas prisiones de las que conseguimos escapar. ¿Cómo podemos estar seguros de que esta vez no será así?

- No podemos. Si lo estuviéramos, seguramente no sería tan especial.

- ¿Cuánto crees que durará?

- Es difícil decirlo. Quizá para siempre. O puede que tan solo unos segundos más.

- Bueno, ¿Qué más da? Disfrutémoslo hasta el último momento.

lunes, 23 de agosto de 2010

Ideas Breves III - A tu lado

¿Por qué te empeñas en buscar en los confines del Universo? Manteniendo tan lejos tu centro de atención, no lo advertirás cuando lo tengas a un metro de distancia.

domingo, 22 de agosto de 2010

Ideas Breves II - Flores marchitas

¿Qué necesidad hay de regar las flores marchitas? Por mucho afán que pongamos ya nunca recuperarán su esplendor.

Jugando con fuego

Veo la llama tan fuerte, tan pura, tan llena de vida, que en mi cabeza sólo cabe la posibilidad de acercarme.

Y me estoy aproximando tanto que empiezo a sentir su calor. Me hace sentir tan bien y tan confortable que no puedo sino acercarme aún más.

Ya siento como empieza a quemar. Por un lado mi instinto de supervivencia me pide a gritos que salga corriendo, pero me he acostumbrado tanto a tenerla cerca, que el frío de su ausencia me hace estremecerme.

Jugar con el fuego conlleva muchos peligros. Tarde o temprano termina por incendiarnos.

El mundo interior

¿Por qué nadie quiere verlo? No lo comprendo.

Es cierto que una pequeña muralla lo rodea, pero es tan baja que cualquiera que lo desee puede asomarse y observar. Además una puerta se abrirá para todo aquél que de verdad quiera descubrir lo que hay en su interior.

Al otro lado se refugia un universo indescriptible. Un lugar lleno de matices, donde cada pequeño detalle ha sido creado con el más mínimo cuidado. Es un mundo en continua evolución que parece no tener fin.

Seguramente existan lugares mejores y peores, pero tengo por seguro que este es diferente a todo lo que había conocido hasta ahora. Su complejidad ordenada hace que todo parezca simple y comprensible.

¿Y tú? ¿Te atreves a descubrirlo? Yo lo hice un día, y su mundo hizo cambiar el mío para siempre.

viernes, 20 de agosto de 2010

Ideas Breves I - Resurgimiento

Y la nieve cayó sobre los tejados. Pero eran tan fuertes los reflejos que consiguieron alcanzar el Sol.

martes, 17 de agosto de 2010

Momentos de Reflexión I - Decisiones

Cada día tomamos cientos de decisiones que marcan el curso de nuestras vidas. Por cada elección que realizamos, descartamos varias opciones que a su vez eliminan la posibilidad de que ocurran otras tantas. Y así de manera exponencial. De nuestro árbol de posibilidades, vamos podando las ramificaciones para quedarnos con una única opción. Tomar una decisión teniendo esto en mente es realmente difícil.

Pero en esa situación me hallo. Se me presentan dos caminos, ambos igual de confusos y difíciles. Ninguno de ellos me asegura un final feliz, y probablemente tendré que desandar mi camino, independientemente de cuál elija.

También podría quedarme donde estoy. Al fin y al cabo es la elección más cómoda, la que entraña menos peligro y menos quebraderos de cabeza. ¿Pero de qué sirve quedarse parado? La vida tiene que seguir su curso, y detenerla es una clara pérdida de tiempo. Sólo tiene sentido si uno está totalmente satisfecho con su situación actual. Y no es el caso, rara vez suele serlo. Siempre hay algo que puede ser mejorado.

Otra opción sería tomar los dos caminos a la vez. Si uno está cortado, siempre puedo seguir por el otro como si nada hubiera pasado. Esto tampoco es una buena idea, ya que dividir esfuerzos sólo me llevará a fracasar en ambos. Y tampoco es justo ir contra las leyes naturales de la vida, ni atentar contra la dignidad de cada elección.

Por ello, debo tomar una decisión. Necesito seguir avanzando, pero es difícil decidir hacia dónde. Mi elección cambiará en mayor o menor medida el curso del resto de acontecimientos.

Será la correcta o no, pero será mi decisión.

lunes, 16 de agosto de 2010

Idealizarte

Ya perdí la cuenta de las horas que llevo vagando sin rumbo. No sé qué hago aquí, en este desierto infinito. Mire donde mire, sólo hay arena y vacío. Siento sed, hambre, sueño, calor, soledad...

De pronto, diviso algo en el horizonte. Parece vegetación, ¿un oasis tal vez?. Sí, eso debe ser. Cuanto más lo observo desde la lejanía, más seguro estoy. Tendrá miles, millones de árboles frutales, con enormes lagos de aguas cristalinas. Además respira vida por cada rincón. Cientos de personas viven felices en toda su extensión. Puedo imaginarlo. Ya no volveré a sentir sed, ni hambre, ni sueño, ni calor, ni soledad...

Emocionado, comienzo a correr en su dirección. Tal es mi fijación, que las prisas me hacen tropezar y caer, pero consigo reponerme y vuelvo a levantarme. Cualquier cosa con tal de alcanzar el paraíso que se extiende ante mí.

Cuando por fin llego, observo, aterrado, que tan solo era una palmera solitaria. Mi corazón vio lo que quiso, lo que necesitaba, cegando la realidad hasta el último momento: el momento en que empecé a mirarlo con la razón.

domingo, 15 de agosto de 2010

La despedida

Aquellos destellos nacarados anunciaban una triste despedida. El Sol comenzaba a ponerse en el horizonte, y sus últimos rayos contemplaban temblorosos el momento de su partida.

Durante unos segundos, esa barrera de luz que los dividía desapareció. Por su mente empezaron a recorrer recuerdos inolvidables de aquellos días. Hasta ese instante no había advertido lo especiales que habían sido, y fue entonces cuando un torrente de emociones invadió su más profundo ser.

Cuando por fin se separaron, prometieron volver a verse, pero ambos sabían que aquello podría no ocurrir jamás. Para uno seguramente no fue más que otra despedida. Para el otro, sin embargo, simbolizó un pasaje infinito que nació y murió en ese mismo instante.

El tren partió hace ya cinco largos días, pero aún no se ha marchado de la estación. Continúa albergando la esperanza de que regrese y pueda subir al vagón una vez más, esta vez para quedarse.

sábado, 14 de agosto de 2010

Sus ojos

Mira sus ojos. ¿Los ves? Hace tiempo que no reflejan nada. Su profundidad se extiende infinita hasta que se pierde en el vacío.

Pero todo es distinto cuando te mira. Algo brilla en su interior. Sólo dura unos instantes, pues sabe que hay caminos que no se deben tomar, pero durante ese momento todo su mundo se transforma.

¿Has visto sus ojos? Seguramente no. Tú ya elegiste tu senda hace mucho tiempo, y es más sencillo seguir hacia delante, sin plantearse tomar el siguiente desvío.

Él lo comprende, pero su corazón no. Podrías verlo en sus ojos, si algún día reúnes el valor para mirarlos.

viernes, 13 de agosto de 2010

La gaviota

Aquella gaviota vagaba sin rumbo.

No era la primera vez que le ocurría, pues nunca tuvo sus ideas muy claras. Pero aquella vez empezaba a divisar su objetivo.

No obstante, se veía incapaz de tomar una decisión. Ya se había arrojado hacia otros objetivos en anteriores ocasiones, y los resultados habían sido nefastos. Mas la gaviota sabía que los momentos pasados no deben condicionar el presente, no son más que retazos imantados a nuestro ser que algún día deberían invertir su polaridad, pero mientras tanto no hacen sino frenar nuestro avance.

Por ello tomó la decisión de intentarlo. Había visto algo especial en este objetivo, algo en su interior le decía que era diferente de todos los anteriores, y no quería perderlo. No obstante, aún no tenía la total certeza de que fuera lo que andaba buscando, por lo que decidió aproximarse poco a poco para tantearlo, sin dar un paso en firme.

Favonio, Dios del viento de Poniente, sabio y temerario a partes iguales, vio lo que acontecía e interpretó su prudencia como indecisión, por lo que decidió echarle una mano. Sopló con todas sus fuerzas y dirigió a la gaviota hacia su destino, pero con tal velocidad que ésta lo rebasó de cerca como una exhalación. La presa se asustó y escapó despavorida.

Cuando Favonio se quiso dar cuenta de lo que había ocurrido, ya era demasiado tarde. El objetivo se mostraba inquieto, y la gaviota era incapaz de acercarse sin sentir la presión del desengaño.

Pero Favonio aprendió una lección muy importante. Los dioses no deben modificar el curso de los acontecimientos del mundo real. Éstos fluyen por sí mismos de la forma más natural posible, y cualquier influencia externa puede hacer que se desmoronen.