lunes, 4 de octubre de 2010

Mareas al alba

Caminaba lentamente junto a la orilla del mar, como cada día a las 7 de la mañana. La arena, oreada pocos minutos antes, respiraba imperturbada, salvo por las huellas marcadas por sus firmes pasos.

El murmullo de las olas al romper le había impedido advertir que alguien caminaba a su lado desde hacía pocos segundos.

- Hace tiempo que no vienes a pasear por aquí.

- Hace tiempo que me negaste la entrada.

- Pero hoy has venido.

- Porque hoy te decidiste a abrir tu corazón.

- Sabes que me agrada tanto como me asusta que estés aquí. Pero ya que viniste, caminemos juntos.

- ¿Crees que algo ha cambiado desde la última vez?

- No, no lo creo. Sólo yo, que me volví más débil.

- O quizá más fuerte. Por eso te decidiste a afrontarlo.

- ¿Algún día podremos pasear en calma por estas aguas sin temor a que puedan arrastrarme hasta el abismo del horizonte?

- No lo sé, no puedo contestarte a eso. El tiempo te mostrará el camino.

Continuaron caminando en silencio durante un largo rato. La playa seguía vacía, pero el Sol se ocultaba ya tras el acantilado.

- ¿Volverás mañana?

- Eso es algo que deberás decidir por ti mismo.

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