miércoles, 6 de octubre de 2010

Batallas perdidas

Una vez más la suerte esquiva con envidiable soltura las páginas de un destino que yace entre las sombras tras cientos de heridas abiertas. Heridas que no cicatrizan, y que una tras otra van minando la autoestima.

Otra batalla perdida tras una lucha que duró apenas tres minutos, pero que arrancó desde el primer momento toda posibilidad de victoria. Otra batalla en blanco. Otra batalla negra. Los pocos soldados que sobrevivieron se marchan a casa dolidos y sin fuerzas para seguir peleando. Son soldados sin alma, sin objetivos, que no podrán sino llorar sus lamentos hasta que la muerte los alcance.

Faltan motivos para seguir adelante. Motivos para creer. Motivos para la esperanza. Y sobran las razones para el exilio.

Pasaron ya los días en los que las justificaciones vanas aplacaban los sentimientos de mediocricidad. Las evidencias son claras. Estas ruinas fueron levantadas sobre unos cimientos en mal estado, y se tambalean cada vez que un pequeño vendaval los azota.

No existe manera alguna de mitigar la impotencia. Sólo queda creer en que el tiempo será capaz de cerrar las heridas y devolver la confianza perdida tras tantas balas de cañón.

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