Homogéneas cifras marcan hoy un calendario hastiado por tanta redundancia de armonías perfectas, que han provocado una disonancia de ritmos precipitados, atropellados, de frases sin sentido y actos sin compasión.
El reloj marca las horas a un ritmo sorprendentemente lento, amortiguado por actitudes ególatras, muestras de indiferencia y pasos cansados hacia un lugar donde la realidad impera sobre los anhelos.
Un día especial, atrapado en un flujo circular de aguas gélidas y cenizas incandescentes que producen una densa bruma al entrar en contacto.
Un día más para arrancar de las hojas de este viejo calendario.
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