viernes, 24 de septiembre de 2010

Intangible

Un terremoto se cierne ante los pies de nuestras mentes imantadas. Un algoritmo indescifrable de palabras sin sentido, de voces huecas.

No quiero creer en las tragedias de un destino que en cada vértice amontonan los lamentos de un hastío infinito, o al menos de final inalcanzable. En realidad no es que no quiera, es que mi mente se niega a aceptar los aullidos negros y la indolencia inusitada. Es incapaz de obviar los destellos entre las ramas de los árboles marchitos, incluso aunque estos resulten escasos e intangibles.

Algún refugio interno aún no ha conseguido ser derribado, y las baladas de antaño resuenan entre sus muros. Diminutas hordas de rencores atacan a intervalos irregulares, aún sin éxito. Las paredes siguen en pie, no obstante se van dañando con el paso del tiempo.

Porque cada intento de levantarme culmina en un tropiezo con la imagen estereoscópica de los días cálidos del mes de abril. El subconsciente no alcanza a discernir las etapas de este viaje de banderas a media asta y timones desgastados.

En realidad hace un tiempo que no espero al huracán, tan solo que me tiendas tu mano.

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