domingo, 17 de octubre de 2010

Tormentas de arena

Todavía no logré entender para qué regresaste.

Sabías de antemano que los palacios de cartón ya habían caído derruidos por mis caballos de Troya. Levanté el puente de mi fortaleza antes de que pudieras atraversarlo. Eres consciente de que las campanas de medianoche sonaron hace tiempo, cuando nuestros caminos se dividieron jurando no volver a cruzarse.

Ya no hay reflejos en los cristales ni colores en los retratos. Se apagaron las sonrisas en los balcones y las farolas de nuestra avenida. Aquella tarde destruí toda muestra de curiosidad, aplasté todo intento de acercamiento.

Y sin embargo hoy te encuentras de nuevo aquí, frente a mí, sin dudas en tu mirada, sin temores en tus facciones. ¿Qué es lo que no comprendiste?

Intento huir, trato de salir corriendo, pero mis piernas no responden. Te aproximas lentamente y todas mis defensas caen produciendo en mi mente un ruido ensordecedor, que no me deja pensar, no me permite reaccionar.

Y mientras tu rostro se acerca al mío, una explosión en mi interior destruye por completo mis últimos pretextos, insignificantes ya ante el cielo de tu mirada. El pulso se me acelera mientras escalas mi última alambrada sin problema alguno.

Tus ojos se cierran.

Los míos no pueden sino seguir sus pasos.

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