lunes, 8 de noviembre de 2010

Paraísos imaginarios

Como un susurro en el silencio de la noche más tranquila, exhalado con infinita suavidad a dos centímetros del oído mientras duermes. Casi sin aliento, para que sólo el inconsciente sea capaz de advertirlo.

Como un sosegado amanecer observado desde lo alto de un acantilado con el sonido del océano de fondo, sobre un manto de flores blancas que acarician tus pupilas mientras una suave brisa disemina sus fragancias.

Como la tenue luz de una vieja lámpara de aceite que ilumina nuestros rostros observando el infinito más cercano en las paredes de tu cuarto a medianoche. Frágil, titilante, casi tímida ante las llamas del incendio.

Como los pasos de un gato sobre tu colchón.

Como mis paisajes a contraluz.

Como tú.

Como nadie.

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