sábado, 30 de abril de 2011

Cielo azul

Con un minuto para observar
quién se asomaba en la mañana
al balcón de mi terraza
tan sólo conseguí distinguir entre las sombras
algún destello dorado
y unos reflejos azules que se hundían en mi mirada.

Habría jurado sentir
ese vértigo infinito
que rara vez asombra con su presencia
durante la larga existencia
de una pequeña vida.

Fue allí donde desperté
de aquel sueño eterno
que mantenía marchita
la ansiedad de ilusionar
con alguna sensación prohibida
este juego de azar
donde la suerte está vendida
y las cadenas que imponemos
a nuestras causas perdidas
nos impiden observar
la verdadera salida.

Mas ya encontré la salida,
el esperado regreso a casa.

Ya encontré entre la bruma tu mano guiando la mía.

lunes, 25 de abril de 2011

Horizonte cero

Y es esa sensación
de vértigo y ensoñación
que deambula como perdida por cada centímetro de tu cuerpo
la que desvela cada madrugada,
la que te obliga a respirar
con actitud entrecortada
cada instante en que recuerdas
aquel cercano despertar.

Una intromisión inesperada
acaecida tras un atardecer
en que tu razón se desbocó
y las excusas inventadas
para apartar de tu resquicio aquella brisa templada
fueron usurpadas por una curiosidad
cuyo impoluto guante blanco
decidió por fin abandonar
el terreno de la duda.

Para qué mirar detrás
o tal vez demasiado adelante
si cada segundo que descubres
ignorando tu presente
es una batalla perdida,
un retazo distraído
apartado del abismo
al que se debía asomar.

lunes, 18 de abril de 2011

Big Bang

Está a punto de estallar, y no podremos hacer nada por evitarlo.

Podrá ser escuchado desde millones de años luz de distancia, la que hasta el momento del colapso dividía nuestros núcleos, hoy separados por resquicios apenas infinitesimales.

Una explosión de mecanismos inquebrantables, de fronteras inexorables, de emociones indescriptibles. Será el momento en que todo el espacio y el tiempo confluyan en único punto, ese punto en que tus ojos griten lo que tus labios callan, quizá por timidez, tal vez por miedo. El instante en que las murallas no serán capaces de seguir conteniendo los ataques del deseo, en que quebrarán los cimientos y se desbordarán los sentimientos.

Está a punto a punto de estallar, y no querremos hacer nada por evitarlo.

jueves, 14 de abril de 2011

Un mirada perdida

Retales de una historia que se pierden por el desagüe de la bañera.
No hay vida tras esas laderas de metal,
se diluyen por completo entre las nubes temblorosas los paisajes infinitos.

Mas siempre desembocan los residuos en el río, hasta que van a parar al mar.

Y allí estarás tú, aguardando su llegada,
ocultando que hubo un tiempo en que deambularon a su suerte por los senderos de la incertidumbre los temores y las dudas,
abrazando con fuerza los resquicios de esperanza, para no dejarlos escapar.

Y podrás seguir viviendo, pues siempre habrá un mañana más intenso que el ayer, y tus lazos intangibles lograrán tenerme en pie sin haberlo advertido.

domingo, 3 de abril de 2011

Lluvia sobre mi cama

Regresaste para mojar mi cama cuando ya no quedaba lluvia, intuyendo en algún delirio que las mañanas de días cálidos regresarían a tu llamada esperanzados por tu vuelta, anhelantes de unos ojos que una vez hicieron brillar las estrellas tras un cruce de miradas al convertir en ideales una imagen transfigurada.

Pero llueve sobre mojado. La humedad empapa los restos de lo que pudo haber sido, no deja que se sequen las heridas. Las tuyas, las de tus párpados inundados que sólo ansían ser secados por unos dedos que no busquen tus manos.

Y ya no hay marcha atrás, no hay tiempo de retorno, de batallas sobre los mares ni de búsquedas entre los bares, en esta noche de tormenta en la que al menos se salvó mi almohada. Tus lágrimas frías no lograron alcanzarla, tu aliento sofocante no consiguió rozarla.

No esperes que hoy devuelva tu sonrisa.
Sólo tú eres capaz de hacerlo.
Sólo tú.
Nadie más podrá sacarte de allí.

No volverá a caer la lluvia sobre mi cama.

viernes, 1 de abril de 2011

Ya lo ves

Ya lo ves.

No hay dudas ni miedos.
No hay temores ni lamentos.

Sólo una punzada en el pecho,
un latido en el corazón,
una caricia clavada en el origen del viento,
un susurro rozando suavemente los muros de contención.

Que ahora se derrumban,
no quieren seguir en pie, ya no lo necesitan.
¿Para qué? No hay nada que defender.

Hoy puedes pasar caminando,
reírme al oído,
crear ilusiones,
construir esperanzas.

No hay nada que defender,
pues no hay peligro.

Ya lo ves,
Hoy mi mundo está a tus pies.