lunes, 15 de noviembre de 2010

Mil razones para no nombrarte

Porque mis palabras son como un niño que tropieza a cada paso cuando las dirijo hacia tus emociones ocres y azuladas. Una débil criatura que intenta sin éxito sostenerse en pie, empujada hacia el abismo por la inseguridad de sus movimientos.

Por las miradas al vacío ante los impulsos de anhelo.

Porque tus latidos reverberan en mis oídos cuando suenan amortiguados en las llanuras del olvido, escasos de necesidad, saciados de un instinto que no lega sus delirios a los brazos de mi mente.

Por los principios sin finales y los minutos sin segundos. Huecos, sin fondo, como caídas en picado. Vértigo y cadenas.

Por todos los amaneceres que se convirtieron en ocasos.

Por los inviernos en el mes de abril.

Hay mil razones para no nombrarte y tan solo una para seguir soñando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario