domingo, 25 de septiembre de 2011

Sólo estabas tú

Qué puedes decir aún
Tras estas miradas cautivas
Y ruidos en el balcón.

No intentes ir más allá,
No inventes más balas perdidas
Ni esquelas en el cajón.

Miraste hacia atrás
Cuando se cerró la salida,
Cuando acertaste a entender
Que no había salvación.

Pero no lo ves,
No queda nada aquí,
Las hojas del jardín ya derramaron
Su vana extradición.

Perdiste en el camino
La última obsesión
Que abrió tu corazón
A un mundo en el que sólo
Se vista la razón
Con su peor vestido,
Zapatos de tacón
Y un lazo en la garganta que impida respirar.

Tan sólo estabas tú
Y hondas tempestades.

Y sólo estabas tú
Y un dulce despertar.

Mas sólo estabas tú,
Y nada más.

domingo, 3 de julio de 2011

Mecanismo de gravitación

Martes rojo en mi jardín
y aquí en mi pecho
la extraña sensación de un día sin mañana.
Luces negras en la habitación
escapan al control
de todo mecanismo de gravitación.

Mas ya no hay un lugar,
tan sólo noches sin dormir
y días sin soñar.
No queda vida aquí,
promesas en el fondo del cajón
y tu respiración ahogada.

Y ahora tú no logras comprender
que todo lo que un día estalló
se aleja poco a poco,
se olvida de aceptar
que lo que un día unió el desamor,
hoy lo separa.

lunes, 20 de junio de 2011

Primavera en los bolsillos

Como esa palabra que cayó desde el vacío hasta el centro de tus labios: frágil, inesperado, sencillo, profundo.

Simplemente volátil e infinito.

lunes, 9 de mayo de 2011

La luz de tu sombra

Extraño misterio el de la luz de tu sombra
que ayer regaba el mar donde hoy siembra la duda
e invitaba a crear castillos en el aire
convertidos ahora en paraísos lejanos.

Curiosa esta angustia infundada
que transforma espejismos en montañas de arena,
mas incita a soñar con los pies en el suelo
y los dedos sobre tus labios.

Bendita luz en esa sombra
que atestigua en el silencio el eco de tus pasos.

El principio del incendio

Todo arde alrededor,
pero se siente frío desde el núcleo, desde el centro del incendio.
No se detienen las llamas.
Se hace difícil respirar.
Inhalaciones entrecortadas, suspiros incontrolados.

¿Ves qué ocurre si lo miras?
No podrás dejar de observarlo.

Es el principio del incendio, de un incendio sin canción de despedida.

sábado, 30 de abril de 2011

Cielo azul

Con un minuto para observar
quién se asomaba en la mañana
al balcón de mi terraza
tan sólo conseguí distinguir entre las sombras
algún destello dorado
y unos reflejos azules que se hundían en mi mirada.

Habría jurado sentir
ese vértigo infinito
que rara vez asombra con su presencia
durante la larga existencia
de una pequeña vida.

Fue allí donde desperté
de aquel sueño eterno
que mantenía marchita
la ansiedad de ilusionar
con alguna sensación prohibida
este juego de azar
donde la suerte está vendida
y las cadenas que imponemos
a nuestras causas perdidas
nos impiden observar
la verdadera salida.

Mas ya encontré la salida,
el esperado regreso a casa.

Ya encontré entre la bruma tu mano guiando la mía.

lunes, 25 de abril de 2011

Horizonte cero

Y es esa sensación
de vértigo y ensoñación
que deambula como perdida por cada centímetro de tu cuerpo
la que desvela cada madrugada,
la que te obliga a respirar
con actitud entrecortada
cada instante en que recuerdas
aquel cercano despertar.

Una intromisión inesperada
acaecida tras un atardecer
en que tu razón se desbocó
y las excusas inventadas
para apartar de tu resquicio aquella brisa templada
fueron usurpadas por una curiosidad
cuyo impoluto guante blanco
decidió por fin abandonar
el terreno de la duda.

Para qué mirar detrás
o tal vez demasiado adelante
si cada segundo que descubres
ignorando tu presente
es una batalla perdida,
un retazo distraído
apartado del abismo
al que se debía asomar.

lunes, 18 de abril de 2011

Big Bang

Está a punto de estallar, y no podremos hacer nada por evitarlo.

Podrá ser escuchado desde millones de años luz de distancia, la que hasta el momento del colapso dividía nuestros núcleos, hoy separados por resquicios apenas infinitesimales.

Una explosión de mecanismos inquebrantables, de fronteras inexorables, de emociones indescriptibles. Será el momento en que todo el espacio y el tiempo confluyan en único punto, ese punto en que tus ojos griten lo que tus labios callan, quizá por timidez, tal vez por miedo. El instante en que las murallas no serán capaces de seguir conteniendo los ataques del deseo, en que quebrarán los cimientos y se desbordarán los sentimientos.

Está a punto a punto de estallar, y no querremos hacer nada por evitarlo.

jueves, 14 de abril de 2011

Un mirada perdida

Retales de una historia que se pierden por el desagüe de la bañera.
No hay vida tras esas laderas de metal,
se diluyen por completo entre las nubes temblorosas los paisajes infinitos.

Mas siempre desembocan los residuos en el río, hasta que van a parar al mar.

Y allí estarás tú, aguardando su llegada,
ocultando que hubo un tiempo en que deambularon a su suerte por los senderos de la incertidumbre los temores y las dudas,
abrazando con fuerza los resquicios de esperanza, para no dejarlos escapar.

Y podrás seguir viviendo, pues siempre habrá un mañana más intenso que el ayer, y tus lazos intangibles lograrán tenerme en pie sin haberlo advertido.

domingo, 3 de abril de 2011

Lluvia sobre mi cama

Regresaste para mojar mi cama cuando ya no quedaba lluvia, intuyendo en algún delirio que las mañanas de días cálidos regresarían a tu llamada esperanzados por tu vuelta, anhelantes de unos ojos que una vez hicieron brillar las estrellas tras un cruce de miradas al convertir en ideales una imagen transfigurada.

Pero llueve sobre mojado. La humedad empapa los restos de lo que pudo haber sido, no deja que se sequen las heridas. Las tuyas, las de tus párpados inundados que sólo ansían ser secados por unos dedos que no busquen tus manos.

Y ya no hay marcha atrás, no hay tiempo de retorno, de batallas sobre los mares ni de búsquedas entre los bares, en esta noche de tormenta en la que al menos se salvó mi almohada. Tus lágrimas frías no lograron alcanzarla, tu aliento sofocante no consiguió rozarla.

No esperes que hoy devuelva tu sonrisa.
Sólo tú eres capaz de hacerlo.
Sólo tú.
Nadie más podrá sacarte de allí.

No volverá a caer la lluvia sobre mi cama.

viernes, 1 de abril de 2011

Ya lo ves

Ya lo ves.

No hay dudas ni miedos.
No hay temores ni lamentos.

Sólo una punzada en el pecho,
un latido en el corazón,
una caricia clavada en el origen del viento,
un susurro rozando suavemente los muros de contención.

Que ahora se derrumban,
no quieren seguir en pie, ya no lo necesitan.
¿Para qué? No hay nada que defender.

Hoy puedes pasar caminando,
reírme al oído,
crear ilusiones,
construir esperanzas.

No hay nada que defender,
pues no hay peligro.

Ya lo ves,
Hoy mi mundo está a tus pies.

martes, 29 de marzo de 2011

Toda una vida

Llevaba toda una vida buscándote
y ahora que te encontré
se me ocurren mil razones para quedarme
y ninguna para escapar.

Sigo buscando pero no la encuentro.
Sigo buscando y vuelvo a encontrarte.

Quizá sea el momento de dejar de buscar.

martes, 15 de marzo de 2011

Maniobras de aproximación

No sé cómo aproximarme. Si iniciar el rumbo en espiral hacia el núcleo de tus labios o encarar la situación como si no hubiera un mañana, por si acaso tus sentidos ya captaron los latidos y aceptaron ser plagados por las mismas ilusiones que hoy alumbran mi inconsciente.

Aún es demasiado pronto para pensar que es tarde, y demasiado tarde para una retirada sin peligro de derrota, de sentirse arrepentido por convertir la cobardía en una huida sin sentido, por escapar de una batalla donde nada había que perder y sí todo por ganar, por creer que no hay cimientos que puedan soportar esta carga tan pesada, por perder en el camino ese rostro que convirtió aquella noche cualquiera en la noche en que tus pasos se cruzaron con los míos.

Y no quiero perderlo. Sólo sueño con ganarlo.

lunes, 14 de marzo de 2011

La frontera

Entonces sentí la estela brillar en el blanco de tus ojos. Sentí aquello que no busqué, que no pedí ni esperaba encontrar.

Y quizá tú no lo imaginaste. No pudiste pensarlo, pues no creí haberlo asimilado. Ni siquiera ahora. Tal vez nunca.

Quizá fue tan sólo un espejismo, una brisa entre las hojas del manzano que acaricia desde las nubes un futuro de intenciones. Tal vez sólo vi lo que quise ver, e inventé el resto para hacer de mis mañanas la esperanza de crear una tarde entre tus brazos.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Celdas, camarones y otras cosas así

Hará apenas tres minutos que las ramas se secaron,
que el exceso de histamina provocó las abrasiones
y los restos de las huellas del pasado un sendero entre cenizas.

Decidí marcar las pasos en el único sentido,
evitar buscar las marcas en los troncos de los árboles
y ver crecer murallas donde antes se construían flores.

Fue Después del incendio cuando pude regresar a aquel lugar hastiado
en que los dedos de tus manos no inundan las mañanas de pequeños ideales
ni se esconden las palabras en aquellos manantiales
que renuncian a creer que habrán siempre de acabar las ilusiones en derrotas.

Siento no haber sido un tipo cualquiera
apoyado en las paredes en la bruma de los bares,
o un cruce de miradas en la estación del autobús
y haber sobrevivido a la carrera a las batallas de tus mares
para al final haber caído a diez metros de la orilla,
cuando ya era capaz de ondear nuestra bandera sin augurios de tormenta.

De poco sirven las violetas en tus labios,
pues no son los únicos que atisbaron principios de canciones,
ni tampoco los alientos de lo que el sol pudo haber brillado
sin el eterno eclipse lunar
que se esconde en tu regazo.

Algún día llegarán los días infinitos con sus noches imposibles de creer
y las luces del destino harán despegar
todas las sombras del camino,
mas hoy las debo apagar.

lunes, 28 de febrero de 2011

El puerto

Por las palabras que no dijiste,
los pretextos que inventaste,
las caricias que ocultaste,
por el miedo a naufragar
van huyendo las palomas del estanque de los peces de colores.

Por las tardes de deshielo,
el labio inferior mordido,
las ruinas que no araste,
por las lágrimas secas que no dejaste escapar
hoy no quieres convencerte de que te hayas reencontrado tras tantas noches sin descanso.

Es sólo un viaje de ida,
un comienzo sin final,
una amalgama de estrellas,
es sólo un punto y seguido,
un principio de estación,
una cometa en el viento,
un río junto al mar.

Van perdiéndose en el horizonte los últimos murmullos que hasta hace unos minutos eran gritos de alegría. Ya sólo escucho el mar de fondo, acompañado de mi bolsa de viaje y un barco realizando su última llamada.

La vida es demasiado corta como para aguardar en un puerto por mucho tiempo si no hay nadie que espere tu llegada.

La vida debe continuar.

Al dudar por un segundo y levantar la vista al frente, mis ojos encontraron tu mirada.

sábado, 26 de febrero de 2011

Realidades inventadas

Y allí te encontré,
mirando a las cuerdas del destino con la vista perdida,
observando los peones sin saber muy bien qué hacer,
si fijar la mirada al frente y olvidar las diagonales o aprender que en la batalla es necesario equivocarse para alzarse con la victoria.

Y aquí me descubrí,
temiendo haber tropezado en la línea de la frontera,
habiendo advertido sin darme cuenta que me había convertido en la historia que inventé,
que las trazas desgarradas que esparcí por el camino se volvieron en mi contra,
que en un juego tan real desatar algunos cabos puede ser que no permita el volver la vista atrás.

No sé cuánto aguantará esta pendiente deslizando los minutos compartidos, pero al menos ser conscientes de las luces adyacentes nos hará ver que hay momentos en que es más que prudente el lanzarse al vacío.

sábado, 19 de febrero de 2011

Quemas mis sentidos

Quemas mis sentidos y no lo ves,
o no lo crees,
o quizá temes creerlo.

Sube la marea cada vez
que envenenas el consciente,
que la paz de lo corriente
se convierte en tus manos.

Cambias mi escenario y no lo ves,
o no quieres admitirlo.

Como un paso en la corriente
tras un día de tormenta
me limito a pensar que si un día me arrastras
con la voz de tu mirada
y me despierto sin dudarlo en las marismas de tu vientre,
nada será diferente
aunque todo haya cambiado.

jueves, 10 de febrero de 2011

Algún trozo de vida

Poco importa si fue destino, casualidad,
o si ambos decidieron
estrechar con fuerza sus manos
para sellar dos caminos,
dos senderos encontrados de manera tan frontal
que expandieron los segundos como si fueran años
y tejieron lazos irrompibles,
aprendieron a volar.

Estos brazos soportaron la caída más brutal,
tras esas noches tan oscuras
en que no podía mirar a los ojos a la vida
y obligaron a arrojar
hasta el fondo del vacío
este nudo en la garganta.

Podrás creer que fueron
tres tormentas de verano,
cuatro noches sin dormir,
cinco días sin descanso.
Podrás sentir los pasos
en el filo de tu cama
y los llantos mutilados
en la eterna madrugada.

Mas pensar en los aullidos
de algún lobo estepario
vendará nuestros sentidos
y forjará por el camino
las siluetas de los rastros
que nunca se habrán de pisar.

martes, 1 de febrero de 2011

Inviernos sin aire

Con los pies sobre la almohada y la cara contra el asfalto. La retina desgastada y las maderas inundadas tras este invierno mojado.

Con la certeza de que aprender a andar implica asumir los tropiezos y predecir los desplomes. Con la incertidumbre de un niño que abre por primera vez los ojos y la templanza de un anciano que los cierra por última.

Desde lo alto de aquel canal se escuchaban el canto de los gorriones y el llanto de las canciones de un viejo músico ambulante. Una vez más había acabado allí, sentado en ninguna parte esperando la nada. Frente a él, al otro lado del río, una muchacha de gestos inquietos miraba incesante su teléfono. Tras él, a las puertas de aquel antro, vomitaba el tercer borracho que había abandonado su suerte al alcohol y su vida a la embriaguez, tras ser expulsado a empujones del local.

Sin apenas observar, miró al cielo, inundado aquella noche por un inmenso manto de estrellas difuminadas por las farolas de aquella pequeña ciudad sin nombre, de historias sin contar, de flores sin regar, de muertos casi vivos y vivos prácticamente muertos.

Mientras los restos de raíces le mantenían aún anclado al suelo, su teléfono volvió a sonar. Vagamente, apenas perceptible, enmudecido tras la tela del bolsillo de su pantalón. Dejó que sus ojos sangraran tormentas de incienso hasta que se agotó la paciencia del interlocutor.

El tiempo pasaba pero todo permanecia inmutable, como si la imagen de aquel infierno hubiera consumido sus llamas. De repente escuchó a su espalda unos pasos inconfundibles. Quiso salir corriendo, pero la desgana y la culpa se lo impidieron. Se sentó a su lado en aquel banco de piedra castigado ya incontables veces por las cenizas de antaño.

- ¿Otra vez rendido a la batalla?

- Abuelo, ¿de nuevo aquí? Ya te dije que no quería volver a escuchar tus consejos. Nunca me han llevado a ninguna parte.

- El que decidió aferrarse a un pasado marchito fuiste tú, hijo, no yo. Mi única intención es que sigas caminando. Hace ya seis meses de aquello, ¿pretendes continuar así por siempre?

- Fue muy difícil, ya lo sabes. Lo era todo para mí, y un día desapareció, sin más. Sin dar noticias ni explicaciones. Sin motivos, sin razones. Me dejó sin nada.

- Hay momentos en los que uno debe decidir si dejarse llevar por el torrente o andar a contracorriente. Arrastrarte eternamente te sumirá en el caos más absoluto. Y no sólo a ti. Piensa en los que te llevarás contigo.

- No te entiendo. ¿A qué te refieres?


El teléfono volvió a sonar. Alzó su mirada, y sus ojos se encontraron con los de la chica, quien lentamente descendió la mano desde su oído mientras sus párpados se inundaban de lágrimas y su corazón de verdades inaceptadas.

Eran las diez y veintitrés de la noche. Momento en que otra luz se apagaba en aquella ciudad cada vez más oscura, cada vez menos clara.

miércoles, 26 de enero de 2011

Cuando no queda nada

- ¿Qué sucede cuando ya has intentado

olvidar,
reír,
esperar,
imaginar,
urdir,
querer,
gritar,
entender,
mirar,
morir,
amar,
evitar,
temer?

¿Qué queda cuando ya no te queda nada?

- Aún me resta volver a temer y evitar, querer, urdir, imaginar, esperar, reír y olvidar, gritar, entender, mirar, morir y amar. Cuando uno está convencido de que el destino es el correcto, no importa el número de veces que deba rehacer su camino.

domingo, 23 de enero de 2011

El penúltimo trago

Tres cervezas mal tiradas
en un bar de carretera a las 2 de la mañana
eran la única compañía,
tal vez único refugio de este perro vagabundo.
Tres cervezas ya templadas
que a sorbos de gigante impregnaron las pupilas
del recuerdo de la esencia del mango
y la penumbra de aquel antro convertido
en paraíso de principios de pasiones y finales de intenciones.

Y esas noches inventadas
por sentir las yemas de los dedos
acariciadas por suspiros
y los labios cuarteados por calor de los latidos.
Noches derrumbadas por un despertador
que anquilosa los pies al suelo
y las llagas a los huesos.

Fue el intento vano de tratar de apagar el Sol
con pistolas de agua en mano
lo que provocó que se secara este estanque de pretextos.

Y es que siempre se atragantan
esas dos simples palabras
tras el té de media tarde,
tras ese aliento amargo
que destilan los sentidos que tropiezan nuestros pasos.

Una vez dados
la última calada y el penúltimo trago
todo quedó claro.

Todo permaneció oscuro.

domingo, 16 de enero de 2011

La ciudad de los espejos sin nombre

Por si aún puedes oírme,
hoy quiero decirte que el ayer sigue presente, y tal vez futuro.

Que nada ha cambiado.
O quizá todo, pero el resultado es el mismo.

Que siento atracción por los caminos imposibles.
Aunque no quiera, aunque no deba.
No es mi decisión, ojalá lo fuera.

Por si aún puedes verlo,
hoy vuelve a impactar el Sol en mis pupilas, asomando entre las nubes de metal.
Un Sol que quema, que me ciega, que me impide respirar.

Por si aún puedes sentirlo,
hoy vuelve a soplar el viento en la ciudad de los espejos sin nombre,
de las preguntas sin respuesta,
de las paradojas emocionales,
de los cientos de mentiras que resuenan en los callejones.

Por si aún quieres tocarme,
hoy vuelvo a sentarme en el banco de la plaza central,
allí donde no habita nadie,
donde no se escucha un alma,
esperando el momento en que decidas venir a buscarme.

Esperando en esta ciudad donde nunca sucede nada.

martes, 11 de enero de 2011

En el cajón

Caíste en el cajón de los quizá, de los tal vez,
de los no por el momento, pero puede que más adelante,
de los de dejar la puerta abierta por si decides entrar,
de los caminos intermitentes,
de los juegos de palabras,
de los de asomarse al precipicio y esconderse nuevamente,
de las marcas ocultas,
de las dobles intenciones,
de las escaladas infinitas.

De negarse a aceptar la realidad.
La realidad de que no existe un cajón, sólo resignación disfrazada.

jueves, 6 de enero de 2011

Coraza

Pareció que dormías sujeta a la Luna, como si fueras capaz de reconciliar el Universo bajo tus perfumes de plata. Eran tan rápidos tus pasos que no me veía capaz de alcanzarlos, tan firmes que carecía de convicción para emularlos, tan serenos que no tuve el valor de alterar su rumbo.

Al menos eso pensé cuando tu fachada de felicidad invadió mis guaridas más recónditas, cuando tu húmedo aliento desempañó mis pupilas. Es lo que creí en el momento en que ya no supe contener esos inocentes huracanes originados por el vaivén de tus palomas blancas.

Nunca podría haber imaginado que mis pies bailaban sobre un falso suelo, que ocultabas un vacío en las fronteras del abismo, y por un momento sentí impotencia y desengaño. En realidad, sé que me mostraste el paraíso para no preocuparme con tu infierno.

Mas no habría dudado en tomar tu mano para tratar de que salieras de él.

No habría dudado en descender allí contigo.

domingo, 2 de enero de 2011

Vértigo

Colillas húmedas hundidas en barro.
Palomas blancas en el andén.
Noches en vela contando palabras, inventando pretextos.
Tormentas de verano, mareas al alba, susurros ahogados.

Vértigo.

¿Lo recuerdas?
Yo ya casi lo había olvidado, pero está renaciendo de entre los escombros.