lunes, 25 de octubre de 2010

Retazos imantados

Miles de retazos concentrados en un pequeño instante de tiempo estallan en todas direcciones produciendo un enorme influjo sobre el equilibrio de este sistema altamente inestable.

Volvió a pisar territorios prohibidos, esquivando con increíble soltura al guardián de la entrada. ¿Pudiste verlo en sus ojos? Seguramente no, tu inocencia te impide aparcar por un momento tus ideales y reflejar sus sentimientos más terrenales. Eres una buena persona, yo sí pude verlo en los tuyos. Un fuego que quema.

Todo esto ocurría mientras ella avanzaba en sentido opuesto al de las agujas de aquel viejo reloj. Los lazos que un día les unieron se resquebrajaban por momentos bajo la tenue luz de aquellos focos, empujados por afilados cuchillos provenientes de lugares insospechados. Creo que no sintió dolor alguno, pues lo cierto es que ya decidió marcharse de la estación, tan solo la sensación de haber sido empujado por un gigante que lo apartó del camino sin advertirlo siquiera.

A su vez, las flores ya marchitas intentaban recuperarse en un esfuerzo desesperado por redimir errores pasados, como si el paso inescrutable del tiempo pudiera revertirse. Nuevamente empezaron a ser regadas.

¿Y dónde quedo yo en toda esta historia? Un cúmulo de dudas me invade. Ni siquiera tengo claro si quiero saberlo. Vuelve a girar aquel disco que resonaba entre las paredes del último refugio a punto de ser derribado. Baladas de antaño que evocan historias de otra época. Sinfonías de esperanza y anhelo. Cuentos inconclusos.

Todo se reorganiza mientras las aguas vuelven a su cauce.

Hoy el cielo está más cerca que nunca del infierno.

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