domingo, 3 de abril de 2011

Lluvia sobre mi cama

Regresaste para mojar mi cama cuando ya no quedaba lluvia, intuyendo en algún delirio que las mañanas de días cálidos regresarían a tu llamada esperanzados por tu vuelta, anhelantes de unos ojos que una vez hicieron brillar las estrellas tras un cruce de miradas al convertir en ideales una imagen transfigurada.

Pero llueve sobre mojado. La humedad empapa los restos de lo que pudo haber sido, no deja que se sequen las heridas. Las tuyas, las de tus párpados inundados que sólo ansían ser secados por unos dedos que no busquen tus manos.

Y ya no hay marcha atrás, no hay tiempo de retorno, de batallas sobre los mares ni de búsquedas entre los bares, en esta noche de tormenta en la que al menos se salvó mi almohada. Tus lágrimas frías no lograron alcanzarla, tu aliento sofocante no consiguió rozarla.

No esperes que hoy devuelva tu sonrisa.
Sólo tú eres capaz de hacerlo.
Sólo tú.
Nadie más podrá sacarte de allí.

No volverá a caer la lluvia sobre mi cama.

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