sábado, 30 de abril de 2011

Cielo azul

Con un minuto para observar
quién se asomaba en la mañana
al balcón de mi terraza
tan sólo conseguí distinguir entre las sombras
algún destello dorado
y unos reflejos azules que se hundían en mi mirada.

Habría jurado sentir
ese vértigo infinito
que rara vez asombra con su presencia
durante la larga existencia
de una pequeña vida.

Fue allí donde desperté
de aquel sueño eterno
que mantenía marchita
la ansiedad de ilusionar
con alguna sensación prohibida
este juego de azar
donde la suerte está vendida
y las cadenas que imponemos
a nuestras causas perdidas
nos impiden observar
la verdadera salida.

Mas ya encontré la salida,
el esperado regreso a casa.

Ya encontré entre la bruma tu mano guiando la mía.

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